Se cuentan de un niño que abordó un avión para viajar a su ciudad natal. Muy educado se sentó entre dos pasajeros, un hombre y una mujer. Durante el vuelo se dedicó tranquilamente a colorear su libro de pintar.
No presentaba rasgos de ansiedad ni nerviosismo al despegar el avión.
El vuelo no fue muy bueno, hubo tormenta y mucha turbulencia. De momento una sacudida fuerte, y todos estaban muy nerviosos, pero el niño mantuvo su calma y serenidad en todo momento.
¿Cómo lo hacia?, ¿Porque su calma? Bueno, la señora que estaba a su lado ya muy asustada y alterada le preguntó:
«Y tu niño, ¿no tienes miedo?»
No
¿Y Por qué estas tan tranquilo?
Calmadamente el niño respondió
“El Piloto es mi padre».
Hay tiempos en la vida en que los sucesos sacuden y las turbulencia arrecian. Se pierde el terreno sólido y los pies no tienen lugar seguro. No hay de donde sujetarse, y gobierna la inseguridad y todo se torna oscuro.
Entonces la pregunta para nosotros como cristianos es:
¿Quién es Nuestro Piloto? ¿Quién es Nuestro Refugio?
La próxima vez que llegue una tormenta a tu vida, o si en este momento estás siendo zarandeado, alza tu mirada al cielo, siéntete confiado y di para ti mismo:
Jehová es mi Refugio, es Mi Piloto, a El acudiré por ayuda, en El Confiaré. Jehová es mi Refugio y me protegerá.
Enviado por Roberto