Cuando era pequeña al lado de la casa de mi abuela vivía un señor alto con unos ojos azules como el mar profundo. Siempre estaba solo y por las tardes se sentaba en el portal a mirar como languidecía el día. Su nombre Isaac.
Isaac fue uno de los sobrevivientes del campo de concentración de Auschwitz, que un buen día llegó a esta isla y se quedó. Yo conocí, por la historia universal, los horrores que cometieron los nazis en los pueblos europeos; pero nada comparado con la historia que me contaba este hombre.
En su brazo tenía tatuado una serie de números que era como lo identificaban a él, y nunca quiso quitárselos pues formaba parte de su vida, decía también aquel buen hombre que “No todas las víctimas eran judíos, pero todos los judíos si fueron víctimas”
Antes y durante la II Guerra Mundial (1940-1945), el gobierno de Hitler (Alemania y países ocupados) llevó a cabo una política progresiva de exterminio del pueblo judío y de otras etnias, comunidades religiosas y grupos minoritarios, como gitanos, Testigos de Jehová, homosexuales, personas con discapacidades, y comunistas.
Este genocidio en masa, llamado Holocausto, comenzó con políticas discriminatorias y de segregación en guetos de las ciudades y terminó con la deportación de miles de personas a campos de exterminio donde eran «eliminados». Se pretendió hacer desaparecer a una raza humana de la faz de la tierra.
El sufrimiento continuó durante años hasta que el 27 de enero de 1945 los ejércitos aliados liberaron los campos de exterminio.
Por esta razón las Naciones Unidas decidieron dedicar el 27 de enero a Conmemorar la Memoria de las Víctimas del Holocausto, con el fin de que el paso del tiempo no disminuya el horror de lo ocurrido y que nunca llegue a justificarse el que ocurriera algo así.
A medida que pasa el tiempo nos va alejando de los horrores por lo que pasaron millones de seres humanos en los campos de concentración nazi, pone un velo en la memoria y el recuerdo se convierte en historia.
Un niño nacido hoy nunca conocerá a un sobreviviente del Holocausto, o nunca escuchará de primera mano las innumerables historias de la tragedia. Y así, el pasar la antorcha del recuerdo, se convierten en una tarea difícil en estos tiempos.
Nuestro deber con el pasado es contar las historias de los sobrevivientes de este genocidio una por una, es nuestra mayor responsabilidad para con las nuevas generaciones.
El destino de seis millones de víctimas del Holocausto sigue siendo un doloroso recordatorio del genocidio; sin embargo, la tragedia tiene implicaciones de alcance universal, y nos otorga la responsabilidad de recordar al mundo todos los horrores pasados para impedir que se repitan. La humanidad debe actuar contra las fuerzas del antisemitismo, la intolerancia y el racismo en cualquiera de sus formas.
Algunas de las actitudes discriminatorias durante la II Guerra Mundial no son muy diferentes de muchas acciones que sucede a nuestro alrededor, la cárcel en la base ilegal de Guantánamo, el conflicto palestino- israelí, son solo algunos ejemplos por lo que se debe seguir luchando para que ¡Nunca más! Se repita otro Holocausto.
Como dijera Ban Ki-Moon, secretario general de las Naciones Unidas.. “El Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas del Holocausto es, por tanto, el día en que debemos reafirmar nuestra adhesión a los derechos humanos.”
Por Ana Maria Tejera Orihuela
FUENTE: http://www.tvavila.icrt.cu/