Una vez cierto hombre era perseguido por varios malhechores que querían robarle y matarlo. En su huida el hombre ingresó a una cueva. Los malhechores empezaron a buscarlo por los Alrededores.
El Hombre con desesperación elevó una plegaria a Dios, diciendo:
" Dios todopoderoso, haz que tus ángeles bajen y tapen la entrada con un muro para que no entren a matarme".
En el momento que escuchó a los hombres acercándose, vio que apareció una arañita, la cual empezó a tejer una delgada telaraña a la entrada de la cueva.
El hombre volvió a elevar otra plegaria, esta vez mas angustiado:
"Hay por favor Dios mío, perdóname mis pecados y el atrevimiento de implorarte con tanta fuerza. Por favor envía a tus ángeles, o con tu mano poderosa coloca un muro fuerte en la entrada para que los hombres no puedan entrar a matarme".
Desesperanzado y casi irritado al no recibir el muro protector, miro a la araña con desprecio mientras esta seguía tejiendo la telaraña, y balbuceó:
“¡sale de aca¡”
Estaban ya los malhechores frente a la cueva y el hombre quedó esperando su muerte… cuando de pronto uno dijo: ”vamos, acá solo hay telarañas, no pudo haber entrado en este lugar”.
Nunca exijamos a Dios que nos ayude a nuestra manera. Si confiamos en Jehová (Prov. 3:5,6), su ayuda no fallará. Por tanto, nunca rechacemos la bendición de Jehová, aunque solo veamos una telaraña.