FUENTE: http://www.elsol.com.ar/nota/299992
Camila tiene 10 años, vive en Tunuyán y escribió una tierna carta para pedirle a las autoridades rusas que dejen predicar a sus «hermanos».
Más de 14.000 kilómetros separan a Tunuyán de Moscú. Esa fue la distancia que recorrió una tierna carta de una niña mendocina de 10 años que le pide a las autoridades rusas que dejen predicar a los testigos de Jehová.
Así reaccionó la pequeña Camila tras la decisión de las autoridades rusas, que a mediados de marzo solicitaron a la Corte Suprema que se declare al Centro Administrativo de los Testigos de Jehová un entidad «extremista», que sea clausurado y que se prohíban definitivamente sus actividades.
Camila acompaña habitualmente a su madre, que es Testigo de Jehová, a predicar y realizar otros tipos de acciones en el Valle de Uco. Y las noticias que llegaron desde Rusia alertaron a la niña que, como otros miembros de la congregación, escribió y envió una carta dirigida a Viacheslav Mijailovich Lebedev, presidente del Tribunal Supremo de la Federación de Rusia, para pedir por sus «hermanos».
«Le escribo esta carta para pedirle que deje predicar a mis hermanos Testigos de Jehová en su país», comienza el mensaje. «Somos personas que buscamos la paz y no hacemos cosas malas porque seguimos el ejemplo de Jesús», agrega.
Finalmente la niña mendocina se despide: «Espero con esta carta llegar a su corazón y su pedido se haga realidad».
Si prospera el pedido de las autoridades del gobierno de Vladimir Putin, más de 170.000 testigos de Jehová podrían ser incluidos en la lista de extremistas. De la decisión del Tribunal Supremo dependerá la prohibición para que esas personas, que se identifican como cristianos y creen que la Biblia debe ser interpretada de manera literal, continúen con su actividad en territorio ruso.