Puntos sobresalientes de Santiago 1-5

w08 15/10 págs. 30-32 Puntos sobresalientes de las cartas de Santiago y Pedro

CASI treinta años después del Pentecostés del año 33 de nuestra era, el discípulo Santiago —quien era medio hermano de Jesús— escribe una carta a «las doce tribus» del Israel espiritual (Sant. 1:1). ¿Cuál era su objetivo? Animarlos a fortalecer su fe y a aguantar las pruebas. Su carta también contiene consejos para corregir ciertos problemas que existían en las congregaciones.

Por su parte, el apóstol Pedro escribe su primera carta justo antes de la campaña de persecución que emprende el emperador romano Nerón en el año 64. Su propósito es animar a los hermanos a seguir adelante con una fe firme. Poco después les envía una segunda carta, en la que los exhorta a prestar atención a la palabra de Dios y les advierte sobre el día de Jehová. Sin lugar a dudas, nosotros también podemos sacar mucho provecho de las cartas de Santiago y Pedro (Heb. 4:12).

DIOS DA SABIDURÍA A QUIENES SE LA PIDEN CON FE (Sant. 1:1—5:20)

«Feliz es el hombre que sigue aguantando la prueba —escribe Santiago—, porque al llegar a ser aprobado recibirá la corona de la vida.» Jehová nos ayudará a aguantar las pruebas dándonos sabiduría, pero debemos pedírsela con fe (Sant. 1:5-8, 12).

Santiago señala que también los maestros de la congregación necesitan fe y sabiduría. Luego advierte a sus hermanos que la lengua, aunque es pequeña, puede manchar todo el cuerpo, y los previene contra las tendencias mundanas que pueden perjudicar su relación con Dios. También explica lo que debe hacer un cristiano enfermo espiritualmente a fin de recuperarse (Sant. 3:1, 5, 6; 5:14, 15).

Respuestas a preguntas bíblicas:

2:13. ¿Por qué dijo Santiago que «la misericordia se alboroza triunfalmente sobre el juicio»? Cuando tengamos que rendirle cuentas a Dios, él recordará nuestras obras de misericordia y nos perdonará mediante el sacrificio redentor de su Hijo (Rom. 14:12). ¿Verdad que vale la pena esforzarnos por ser misericordiosos?

4:5. ¿Qué texto bíblico está citando Santiago? Aquí Santiago no está citando ningún versículo en concreto. Estas palabras inspiradas por Dios posiblemente se basan en textos como Génesis 6:5; 8:21; Proverbios 21:10 y Gálatas 5:17.

5:20. ¿De quién es el alma que se salva de la muerte? Santiago dice que «el que hace volver a un pecador del error de su camino salvará su alma de la muerte». Aquí Santiago se está refiriendo al alma del pecador que se ha arrepentido y cambia. El cristiano que lo ayuda lo salva de la muerte espiritual y tal vez de la destrucción eterna. De esta manera, tal cristiano cubre «una multitud de pecados»: los que había cometido el pecador.

Lecciones para nosotros:

1:14, 15. El pecado nace de los malos deseos. Por eso no deberíamos alimentar esos deseos recreándonos en ellos. Concentrémonos, más bien, en las cosas que edifican y llenemos con ellas nuestra mente y corazón (Fili. 4:8).

2:8, 9. El favoritismo va en contra de «la ley real», la ley del amor. Por eso los cristianos verdaderos no tratamos a nadie con parcialidad.

2:14-26. Nosotros hemos sido «salvados mediante fe», no «debido a obras» de la Ley mosaica o del cristianismo. Pero no basta con decir que tenemos fe en Dios (Efe. 2:8, 9; Juan 3:16). También debemos actuar de acuerdo con su voluntad.

3:13-17. «La sabiduría de arriba» es muy superior a la sabiduría «terrenal, animal, demoníaca». Así pues, busquemos la sabiduría de Dios como si fuera un tesoro (Pro. 2:1-5).

3:18, notas. La semilla de las buenas nuevas del Reino «se siembra con paz por los que están haciendo la paz». Por eso es importante que seamos personas conciliadoras y humildes, y que evitemos las peleas y las discusiones.

RESUMEN DE LA CARTA DE SANTIAGO

w91 15/3 pág. 23 Por qué necesitamos fe y sabiduría – Puntos sobresalientes de la carta de Santiago

LOS siervos de Jehová necesitan aguante cuando experimentan pruebas. Además, tienen que evitar la conducta que se ganaría la desaprobación divina. Estos puntos se recalcan en la carta de Santiago, y para obrar en conformidad con ellos se requiere fe activa y sabiduría celestial.

El escritor de esta carta no se identifica como uno de los dos apóstoles de Jesús llamados Santiago, sino como ‘esclavo de Dios y del Cristo’. De manera similar, Judas el medio hermano de Jesús se identifica como “esclavo de Jesucristo, pero hermano de Santiago”. (Santiago 1:1; Judas 1; Mateo 10:2, 3.) Por lo tanto, es obvio que Santiago el medio hermano de Jesús escribió la carta que lleva su nombre. (Marcos 6:3.)

Esta carta no menciona la destrucción de Jerusalén en 70 E.C., y el historiador Josefo indica que Santiago murió como mártir poco después de la muerte del procurador romano Festo alrededor de 62 E.C. Por eso, parece que la carta fue escrita antes de 62 E.C. Fue dirigida a “las doce tribus” del Israel espiritual, pues era para los que se apegaban a “la fe de nuestro Señor Jesucristo”. (Santiago 1:1; 2:1; Gálatas 6:16.)

Santiago usa ilustraciones que nos ayudan a recordar su consejo. Por ejemplo, muestra que el hombre que pide a Dios sabiduría no debe dudar, “porque el que duda es semejante a una ola del mar impelida por el viento y aventada de una parte a otra” (1:5-8). Tenemos que controlar la lengua, porque esta puede dirigir nuestro derrotero como un timón dirige un barco (3:1, 4). Y para hacer frente a las pruebas, tenemos que desplegar aguante paciente como lo hace el labrador que aguarda la cosecha (5:7, 8).

Fe, pruebas y obras

En primer lugar, Santiago muestra que los cristianos podemos ser felices a pesar de las pruebas (1:1-18). Algunas de estas pruebas, como las enfermedades, son comunes a todos los humanos, pero los cristianos sufren también por ser esclavos de Dios y de Cristo. Jehová nos dará la sabiduría necesaria para aguantar si seguimos pidiéndola con fe. Él nunca nos pone a prueba con cosas malas, y podemos confiar en que proveerá lo que es bueno.

Para recibir la ayuda de Dios tenemos que rendirle adoración mediante obras que demuestren nuestra fe (1:19–2:26). Esto exige que seamos “hacedores de la palabra”, y no solamente oidores. Tenemos que controlar la lengua, cuidar de los huérfanos y de las viudas, y mantenernos sin mancha del mundo. Si favoreciéramos a los ricos y desatendiéramos a los pobres, violaríamos “la ley real” del amor. También tenemos que recordar que la fe se manifiesta mediante obras, como bien lo ilustran los ejemplos de Abrahán y Rahab. En verdad, “la fe sin obras está muerta”.

Sabiduría celestial y oración

Los maestros necesitan tanto fe como sabiduría para desempeñar sus deberes (3:1-18). Tienen una responsabilidad muy pesada como instructores. Al igual que ellos, nosotros tenemos que controlar la lengua… y la sabiduría celestial nos ayuda a hacer eso.

La sabiduría también nos capacita para comprender que el ceder a las tendencias mundanas arruinaría nuestra relación con Dios (4:1–5:12). Tenemos que arrepentirnos si hemos luchado por alcanzar metas egoístas o hemos condenado a nuestros hermanos. ¡Y cuán importante es evitar la amistad con el mundo, pues esto es adulterio espiritual! Que nunca pasemos por alto la voluntad de Dios mediante hacer planes materialistas, y guardémonos contra el espíritu de impaciencia y de suspirar unos contra otros.

La persona que esté enferma espiritualmente debe buscar la ayuda de los ancianos de la congregación (5:13-20). Si ha cometido pecados, las oraciones y el consejo sabio de los ancianos ayudarán a reestablecer la salud espiritual del pecador arrepentido. De hecho, “el que hace volver a un pecador del error de su camino salvará [el] alma [del malhechor] de la muerte [espiritual y eterna]”.

[Recuadro en la página 23]

Hacedores de la Palabra: Debemos ser “hacedores de la palabra, y no solamente oidores”. (Santiago 1:22-25.) Un simple oidor “es semejante al hombre que mira su rostro natural en un espejo”. Después de una inspección breve, se va “e inmediatamente olvida qué clase de hombre es”. Pero un ‘hacedor de la palabra’ considera con cuidado la ley perfecta o completa de Dios, que abarca todo lo que se requiere del cristiano. “Persiste en ella”, pues sigue sometiéndola a escrutinio con miras a hacer ajustes en su vida para actuar en estrecha conformidad con esa ley. (Salmo 119:16.) ¿Cómo difiere “un hacedor de la obra” de un hombre que da un vistazo en un espejo y olvida lo que ve? Pues bien, ¡el hacedor pone en práctica la palabra de Jehová y cuenta con Su favor! (Salmo 19:7-11.)

si págs. 250-251 Libro bíblico número 59: Santiago – POR QUÉ ES PROVECHOSO

15 Aunque Santiago menciona solamente dos veces el nombre de Jesús (1:1; 2:1), da mucha aplicación práctica a las enseñanzas del Amo, como lo revela una comparación cuidadosa de la carta de Santiago con el Sermón del Monte. A la misma vez, el nombre de Jehová aparece 13 veces (Traducción del Nuevo Mundo), y Sus promesas se destacan como recompensas para los cristianos que conservan la fe (4:10; 5:11). Vez tras vez Santiago toma ilustraciones y citas convenientes de las Escrituras Hebreas para desarrollar su consejo práctico. Identifica la fuente por sus expresiones: “según la escritura”, “se cumplió la escritura” y “la escritura dice”; y pasa a aplicar tales pasajes al modo de vivir cristiano (2:8, 23; 4:5). Al aclarar puntos de consejo y edificar fe en la Palabra de Dios como conjunto armonioso, Santiago hace referencias apropiadas a las obras de fe de Abrahán, a la demostración de fe por Rahab mediante obras, al aguante fiel de Job y al hecho de que Elías dependió de la oración. (Sant. 2:21-25; 5:11, 17, 18; Gén. 22:9-12; Jos. 2:1-21; Job 1:20-22; 42:10; 1 Rey. 17:1; 18:41-45.)

16 Es inestimable el consejo de Santiago de que seamos hacedores de la palabra y no simplemente oidores, que sigamos demostrando la fe por obras de justicia, que hallemos gozo en aguantar diversas pruebas, que sigamos pidiendo sabiduría a Dios, que siempre nos acerquemos a él en oración y que practiquemos la ley real: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo”. (Sant. 1:22; 2:24; 1:2, 5; 4:8; 5:13-18; 2:8.) Son enérgicas sus advertencias contra enseñar el error, usar la lengua de manera injuriosa, hacer distinción de clases en la congregación, desear con vehemencia placer sensual y confiar en las riquezas corruptibles (3:1, 8; 2:4; 4:3; 5:1, 5). Santiago dice claramente que la amistad con el mundo equivale a adulterio espiritual y enemistad con Dios, y define la forma práctica de adoración que es limpia a la vista de Dios: “cuidar de los huérfanos y de las viudas en su tribulación, y mantenerse sin mancha del mundo” (4:4; 1:27). Todo este consejo, tan práctico y fácil de entender, es exactamente lo que uno esperaría de esta ‘columna’ de la congregación cristiana primitiva. (Gál. 2:9.) Su bondadoso mensaje queda como guía para los cristianos en nuestros tiempos turbulentos, pues es “sabiduría de arriba”, que produce el “fruto de la justicia”. (Sant. 3:17, 18.)

17 Santiago deseaba ayudar a sus hermanos a alcanzar su meta de vivir en el Reino de Dios. Por eso les da esta exhortación: “Ustedes también ejerzan paciencia; hagan firme su corazón, porque se ha acercado la presencia del Señor”. Ellos son felices si siguen aguantando la prueba, porque la aprobación de Dios significa recibir “la corona de la vida, que Jehová prometió a los que continúan amándolo” (5:8; 1:12). De modo que la promesa de Dios acerca de la corona de la vida —sea vida inmortal en los cielos o vida eterna en la Tierra— se destaca como razón convincente para perseverar en obras de fidelidad. De seguro esta maravillosa carta nos animará a todos a seguir con empeño tras la meta de la vida eterna, sea en el cielo o en el nuevo mundo de Jehová gobernado por la Descendencia relacionada con el Reino, nuestro Señor Jesucristo (2:5).

w06 15/3 pág. 25 párrs. 16-17

“Cada uno llevará su propia carga de responsabilidad”

16 Una ayuda importantísima al tomar decisiones es la oración. “Si alguno de ustedes tiene deficiencia en cuanto a sabiduría —dice el discípulo Santiago—, que siga pidiéndole a Dios, porque él da generosamente a todos, y sin echar en cara; y le será dada.” (Santiago 1:5.) Podemos acudir a Jehová con confianza y pedirle que nos dé la sabiduría necesaria para tomar decisiones correctas. Cuando le expresamos al Dios verdadero nuestras preocupaciones y buscamos su guía, el espíritu santo puede hacer que entendamos mejor los pasajes bíblicos que estamos analizando y recordarnos los que hayamos pasado por alto.

17 ¿Pueden otras personas ayudarnos a tomar decisiones? Sí. Jehová ha hecho posible que en las congregaciones contemos con hermanos maduros (Efesios 4:11, 12). Podemos consultar con ellos, sobre todo cuando se trata de decisiones muy importantes. Dado que poseen una profunda visión espiritual y mucha experiencia en la vida, pueden señalarnos otros principios cristianos oportunos y ayudarnos para que nos aseguremos “de las cosas más importantes” (Filipenses 1:9, 10). Con todo, hay algo que es preciso tener muy presente: no debemos dejar que los demás decidan por nosotros, pues esa carga de responsabilidad es totalmente nuestra.

w03 15/1 págs. 11-12 párrs. 9-10

¿Realmente tiene fe en las buenas nuevas?

9 Debido a la imperfección, nuestra vida está llena de problemas. Sin embargo, la fe en la Palabra de Dios es una verdadera ayuda (Job 14:1). Por ejemplo, supongamos que no sabemos cómo enfrentarnos a cierta prueba. La Palabra de Dios aconseja: “Si alguno de ustedes tiene deficiencia en cuanto a sabiduría, que siga pidiéndole a Dios, porque él da generosamente a todos, y sin echar en cara; y le será dada. Pero que siga pidiendo con fe, sin dudar nada, porque el que duda es semejante a una ola del mar impelida por el viento y aventada de una parte a otra. De hecho, no vaya a figurarse ese hombre que recibirá cosa alguna de Jehová; es un hombre indeciso, inconstante en todos sus caminos” (Santiago 1:5-8).

10 En vez de echarnos en cara que nos falte sabiduría y que tengamos que pedírsela, Jehová Dios nos ayudará a ver la prueba en su debida perspectiva. Puede que otros hermanos nos señalen ciertos pasajes bíblicos, que encontremos algunos textos al estudiar la Biblia o que el espíritu santo de Jehová nos dirija de otro modo. El caso es que nuestro Padre celestial nos concederá la sabiduría necesaria para hacer frente a las pruebas si ‘seguimos pidiendo con fe, sin dudar nada’. Si fuéramos como una ola del mar impelida por el viento, no podríamos esperar nada de Dios. ¿Por qué no? Porque eso significaría que somos indecisos e inconstantes en la oración o en otros aspectos, incluso a la hora de demostrar nuestra fe en Dios. Por consiguiente, hemos de tener una fe firme en la Palabra de Dios y en la guía que esta nos proporciona. Veamos algunos ejemplos de cómo nos ayuda y dirige.

(Santiago 1:2) Considérenlo todo gozo, mis hermanos, cuando se encuentren en diversas pruebas,

w05 15/6 págs. 30-31

Podemos afrontar cualquier prueba

¿AFRONTA usted dificultades? ¿Se siente desanimado e incapaz de soportarlas? ¿Teme que sus problemas sean únicos y que no tengan solución? Si así es, ¡cobre ánimo! Prescindiendo de las pruebas a las que nos encaremos, la Biblia nos garantiza que Dios puede ayudarnos a sobrellevarlas.

La Biblia reconoce que los siervos de Dios se “enc[ontrarían] en diversas pruebas” (Santiago 1:2). Analicemos la palabra “diversas” (griego poi·kí·los). Según el uso antiguo, la palabra original significa “multicolor” y da énfasis a “las diversas tentaciones”. En el habla cotidiana ese concepto significa fundamentalmente “de colores variados”. Por eso, la expresión “diversas pruebas” alude a situaciones que se presentan, por decirlo así, en muchos colores. Con todo, Jehová nos apoya para que podamos superar cada una de ellas. ¿Por qué estamos tan seguros?

“La bondad inmerecida de Dios

expresada de diversas maneras”

El apóstol Pedro señala que los cristianos son “contristados por diversas pruebas” (1 Pedro 1:6). Más adelante, en su carta inspirada dice que “la bondad inmerecida de Dios [es] expresada de diversas maneras” (1 Pedro 4:10). La frase “de diversas maneras” emplea una forma de la misma palabra griega original. Respecto a esta expresión, un biblista comentó: “Esta declaración se revela como un tremendo pensamiento […;] hablar de la gracia [o bondad inmerecida] de Dios como poikilos significa que sea cual fuere el color de la situación humana la gracia de Dios puede casar con él”. Y agrega: “No hay tesitura [o situación] humana que la gracia de Dios no pueda alcanzar, adaptarse a ella y responder. La gracia de Dios es una realidad con esa cualidad de policromía que le permite encontrarse con cualquier situación en la vida”. […]

En efecto, prescindiendo del “color”, o la naturaleza, de nuestra prueba, siempre habrá un “color”, o una expresión, de la bondad inmerecida de Dios que encaje con ella y que nos ayude a superarla (Santiago 1:17). El apoyo oportuno y apropiado que Jehová da a sus siervos, por diversas que sean las tentaciones o pruebas, no es más que una demostración de “la grandemente diversificada sabiduría de Dios” (Efesios 3:10). ¿Verdad que es así?

(Santiago 1:14) Más bien, cada uno es probado al ser provocado y cautivado por su propio deseo.

w06 1/8 pág. 25 párr. 20

Seamos sabios: temamos a Dios

20 Cuando alguien se recrea en malos pensamientos, llega a un estado mental en el que está dispuesto a tirar por la borda su valiosísima relación con Jehová a fin de obtener algo a lo que no tiene derecho (Santiago 1:14, 15). Por el contrario, si tememos a Jehová, nos mantendremos apartados y hasta nos alejaremos de las personas, lugares, actividades y diversiones que puedan hacernos bajar la guardia en sentido moral (Proverbios 22:3). Puede que pasemos vergüenza o tengamos que hacer algún sacrificio, pero eso no es nada en comparación con perder el favor de Dios (Mateo 5:29, 30). Desde luego, temer a Jehová también significa no exponerse adrede a ningún tipo de inmoralidad, como la pornografía en todas sus formas. Más bien, debemos hacer que nuestros ojos “pasen adelante para que no vean lo que es inútil”. Si así lo hacemos, podemos estar seguros de que Jehová ‘nos conservará vivos’ y nos dará todo lo que en verdad necesitemos (Salmo 84:11; 119:37).

w04 15/2 págs. 17-19 párrs. 11-14

Protejámonos del engaño

11 Satanás está presto a explotar una tendencia de los seres humanos imperfectos: la de engañarse a sí mismos. “El corazón es más traicionero que cualquier otra cosa, y es desesperado”, dice Jeremías 17:9. Y Santiago escribió: “Cada uno es probado al ser provocado y cautivado por su propio deseo” (Santiago 1:14). Un corazón cautivado puede seducirnos, presentarnos el pecado como algo atrayente e inofensivo. Esa visión es ilusoria, pues entregarse al pecado siempre acaba por llevarnos al desastre (Romanos 8:6).

12 Es fácil caer en la trampa de engañarse a sí mismo. El corazón traicionero quizá fabrique pretextos para justificar un serio defecto de personalidad o un pecado grave (1 Samuel 15:13-15, 20, 21). También es desesperado, así que puede que busque maneras de excusar la conducta cuestionable. Echemos una mirada al campo del entretenimiento. Algunas diversiones son sanas y agradables, pero gran parte de lo que este mundo ofrece —en las películas, los programas de televisión o los sitios de Internet— es obsceno e inmoral. Es sencillo convencerse de que el esparcimiento indecente no nos perjudicará. Algunos hasta dicen: “Mi conciencia me lo permite, así pues, ¿qué problema hay?”. Sin embargo, tales individuos están “engañándose a sí mismos con razonamiento falso” (Santiago 1:22).

13 ¿Cómo podemos estar en guardia para no engañarnos a nosotros mismos? Para empezar, debemos recordar que la conciencia humana no siempre es confiable. Pensemos en el apóstol Pablo: antes de llegar a ser cristiano, persiguió a los discípulos de Cristo (Hechos 9:1, 2). Tal vez no le remordiera la conciencia, pero es obvio que estaba desencaminada. “Era ignorante y obré con falta de fe”, dijo más tarde el apóstol (1 Timoteo 1:13). De modo que el simple hecho de que ciertas diversiones no perturben nuestra conciencia no garantiza que estén bien. Solo una conciencia saludable y debidamente educada por la Palabra de Dios constituye una guía segura.

14 Hay algunas sugerencias útiles que debemos recordar para no engañarnos a nosotros mismos. En primer lugar, examinémonos con oración (Salmo 26:2; 2 Corintios 13:5). Un autoanálisis honrado puede abrirnos los ojos a la necesidad de hacer algunos cambios en nuestros caminos o criterios. En segundo lugar, escuchemos a otras personas (Santiago 1:19). El autoexamen tiende a ser subjetivo, así que es prudente prestar atención a los comentarios objetivos de cristianos maduros. Si resulta que hermanos espirituales equilibrados y con experiencia consideran cuestionables algunas de nuestras decisiones o actos, cabría preguntarse: “¿Es posible que mi conciencia no esté bien educada o que el corazón me esté engañando?”. Además, alimentémonos asiduamente estudiando la Biblia y las publicaciones cristianas (Salmo 1:2). De este modo armonizaremos nuestros pensamientos, actitudes y sentimientos con los principios bíblicos.

(Santiago 1:19) Sepan esto, mis amados hermanos. Todo hombre tiene que ser presto en cuanto a oír, lento en cuanto a hablar, lento en cuanto a ira;

w03 15/3 págs. 19-20 párrs. 19-20

Procure ver a los demás como Jehová los ve

19 ¿Y si surgen malentendidos que simplemente no podemos olvidar por más que lo intentemos? (Salmo 4:4.) ¿Le ha ocurrido esto con alguno de sus hermanos espirituales? En tal caso, ¿por qué no trata de resolver el asunto? (Génesis 32:13-15.) Primero, diríjase a Jehová en oración y pídale su guía. Luego, teniendo presentes las características positivas de la otra persona, abórdela con la “apacibilidad que pertenece a la sabiduría” (Santiago 3:13). Dígale que desea hacer las paces, y recuerde el consejo inspirado por Dios de “ser presto en cuanto a oír, lento en cuanto a hablar, lento en cuanto a ira” (Santiago 1:19). La recomendación de ser “lento en cuanto a ira” deja entrever que su interlocutor podría hacer o decir algo que lo enojara. Si eso ocurriera, pídale a Jehová autodominio (Gálatas 5:22, 23). Permita que su hermano se exprese y escúchelo atentamente sin interrumpirlo, aun cuando no concuerde con todo lo que diga. Puede que el punto de vista de él sea erróneo, pero aun así es su punto de vista. Intente ver el problema como él lo ve, lo que muy bien pudiera incluir verse a través de los ojos de su hermano (Proverbios 18:17).

20 Cuando le llegue el momento de hablar, hágalo con amabilidad (Colosenses 4:6). Dígale a su hermano las cualidades que valora en él. Pídale perdón por cualquier parte de culpa que usted tenga en el malentendido. Si su humilde iniciativa logra reconciliarlos, agradézcaselo a Jehová. En caso contrario, siga pidiéndole a Jehová que lo dirija, y busque otras oportunidades para hacer las paces (Romanos 12:18).

(Santiago 1:22-25) Sin embargo, háganse hacedores de la palabra, y no solamente oidores, engañándose a sí mismos con razonamiento falso. 23 Porque si alguno es oidor de la palabra, y no hacedor, este es semejante al hombre que mira su rostro natural en un espejo. 24 Pues se mira, y allá se va e inmediatamente olvida qué clase de hombre es. 25 Pero el que mira con cuidado en la ley perfecta que pertenece a la libertad, y persiste en [ella], este, por cuanto se ha hecho, no un oidor olvidadizo, sino un hacedor de la obra, será feliz al hacer[la].

w05 15/7 págs. 24-25 párrs. 16-20

“Sigan dando prueba de lo que ustedes mismos son”

16 Otra prueba de lo que nosotros mismos somos es la forma en que manifestamos aprecio por la verdad o, dicho de otro modo, nuestras obras de fe. El discípulo Santiago se refiere a este aspecto de nuestro autoexamen valiéndose de una impactante ilustración: “Háganse hacedores de la palabra, y no solamente oidores, engañándose a sí mismos con razonamiento falso. Porque si alguno es oidor de la palabra, y no hacedor, este es semejante al hombre que mira su rostro natural en un espejo. Pues se mira, y allá se va e inmediatamente olvida qué clase de hombre es. Pero el que mira con cuidado en la ley perfecta que pertenece a la libertad, y persiste en ella, este, por cuanto se ha hecho, no un oidor olvidadizo, sino un hacedor de la obra, será feliz al hacerla” (Santiago 1:22-25).

17 En suma, lo que Santiago dice es: “Mírate en el espejo de la palabra de Dios y evalúate. Persiste en ello y examínate a la luz de la palabra de Dios. No olvides rápidamente lo que veas, y corrige lo que sea necesario”. Ahora bien, seguir este consejo no siempre resulta fácil.

18 Tomemos, a modo de ejemplo, el requisito de predicar el Reino. “Con el corazón se ejerce fe para justicia, pero con la boca se presenta declaración pública para salvación”, escribió Pablo (Romanos 10:10). Hacer declaración pública con la boca para la salvación exige efectuar ajustes, pues predicar no es por naturaleza una tarea fácil para la mayoría de nosotros. Y realizarla con celo y darle la importancia que merece en la vida exige aún más cambios y sacrificios (Mateo 6:33). Pero una vez que nos convertimos en hacedores de esta obra encomendada por Dios, nos sentimos felices, pues sabemos que alaba a Jehová. ¿Somos, por lo tanto, proclamadores celosos del Reino?

19 ¿Qué deben abarcar nuestras obras de fe? Pablo contesta: “Las cosas que ustedes aprendieron así como también aceptaron y oyeron y vieron relacionadas conmigo, practiquen estas; y el Dios de la paz estará con ustedes” (Filipenses 4:9). Damos prueba de lo que somos si practicamos lo que hemos aprendido, aceptado, oído y visto, es decir, todo lo que está implicado en la dedicación y el discipulado cristianos. “Este es el camino. Anden en él”, nos manda Jehová mediante el profeta Isaías (Isaías 30:21).

20 Todo hombre o mujer que estudia con diligencia la Palabra de Dios, que predica las buenas nuevas con celo, que conserva intachablemente su integridad y que apoya con lealtad el Reino es una bendición para sus hermanos cristianos. Su presencia da estabilidad a la congregación, y su aportación es muy valiosa, sobre todo en vista de la gran cantidad de nuevos discípulos que hay que atender. Cuando tomamos en serio el consejo de Pablo de ‘seguir poniéndonos a prueba para ver si estamos en la fe y seguir dando prueba de lo que somos’, nosotros también ejercemos una buena influencia en los demás.

w88 15/8 págs. 15-16 párrs. 2-4Manifieste confianza en Jehová… practicando lo aprendido

2 Santiago instó: “Háganse hacedores de la palabra, y no solamente oidores, engañándose a sí mismos con razonamiento falso. Porque si alguno es oidor de la palabra, y no hacedor, este es semejante al hombre que mira su rostro natural en un espejo. Pues se mira, y allá se va e inmediatamente olvida qué clase de hombre es”. (Santiago 1:22-24.) De modo que este mirar no sería simplemente un vistazo. Básicamente, la palabra griega que se usa aquí para “mirar” “denota la acción de la mente al comprender ciertos hechos acerca de algo”. (Diccionario expositivo de palabras del Nuevo Testamento por W. E. Vine, traducido al español por S. Escuain; compárese con Hechos 7:31, Kingdom Interlinear.)

3 Imagínese, pues, a un hombre que se examina ante un espejo, y quizás descubre que el reflejo no es precisamente favorecedor. Puede que vea papadas que se deban a que come o bebe en demasía, ojeras que denoten falta de sueño, y arrugas en la frente producidas por la continua ansiedad. Cara a cara consigo mismo, se resuelve a efectuar cambios en sus hábitos y su estilo de vida, cambios que hace mucho tiempo debió haber hecho. Entonces “allá se va”. Con la imagen perturbadora fuera de vista ya, “inmediatamente olvida”, no tanto su apariencia, sino “qué clase de hombre es”. Su resolución de efectuar cambios pasa.

4 De manera similar, puede que usted sea un estudiante hábil de la Biblia. Sin embargo, ¿cómo responde a lo que ve en el espejo de la Palabra de Dios? Cuando se reflejan faltas y manchas espirituales, ¿se preocupa sólo temporalmente, o se resuelve firmemente a corregir los defectos? Santiago añadió: “Pero el que mira con cuidado en la ley perfecta que pertenece a la libertad, y persiste en ella, este, por cuanto se ha hecho, no un oidor olvidadizo, sino un hacedor de la obra, será feliz al hacerla”. (Santiago 1:25xe «Santiago 1:25».) El salmista oró: “Instrúyeme, oh Jehová, en el camino de tus disposiciones reglamentarias, para que lo observe hasta lo último”. (Salmo 119:33xe «Salmo 119:33».)

(Santiago 2:26) En verdad, como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.

w03 1/9 pág. 13 párrs. 1-2Confiemos plenamente en Jehová en tiempos de angustia

UNA cosa es afirmar que confiamos en Dios y otra muy distinta demostrarlo con obras. Por ejemplo, hace mucho que en las monedas y billetes estadounidenses figura la frase “En Dios confiamos”. En 1956, el Congreso de Estados Unidos aprobó un decreto que la convertía en su lema nacional. No obstante, resulta irónico que mucha gente, tanto de ese país como de todo el mundo, confíe más en el dinero y las riquezas que en Dios (Lucas 12:16-21).

2 De los cristianos verdaderos se requiere más que la simple afirmación de que confiamos en Jehová. Tal como “la fe sin obras está muerta”, toda afirmación de ese tipo carecerá también de significado si no la respaldamos con nuestros actos (Santiago 2:26). En el artículo anterior aprendimos que la confianza en Jehová se manifiesta cuando nos dirigimos a él en oración, recurrimos al consejo de su Palabra y buscamos la guía de su organización. Veamos cómo dar estos tres pasos en tiempos de angustia.

w90 1/3 págs. 11-12 párr. 6Sigan tras la devoción piadosa como cristianos bautizados

6 Sin embargo, esta devoción piadosa no es simplemente un sentimiento de veneración religiosa. Tal como “la fe sin obras está muerta”, así también la devoción piadosa tiene que alcanzar expresión en la vida de uno. (Santiago 2:26xe «Santiago 2:26».) En el libro Palabras griegas del Nuevo Testamento, William Barclay escribió: [Eu·sé·bei·a y otras palabras relacionadas] no sólo expresan temor y reverencia, implican también la adoración que conviene con ese temor y la vida de activa obediencia propia de esa actitud reverente”. Eu·sé·bei·a se define además como “una muy práctica consciencia de Dios en todo aspecto de la vida” (The Second Epistle General of Peter and the General Epistle of Jude [La segunda epístola general de Pedro y la epístola general de Judas], por Michael Green). Por lo tanto, el cristiano debe evidenciar su apego personal a Jehová por la clase de vida que vive. (1 Timoteo 2:2xe «1 Timoteo 2:2»; 2 Pedro 3:11xe «2 Pedro 3:11».)

(Santiago 3:2) Porque todos tropezamos muchas veces. Si alguno no tropieza en palabra, este es varón perfecto, capaz de refrenar también [su] cuerpo entero.

w03 15/10 págs. 14-15 párrs. 8-9

Suministremos al conocimiento, autodominio

8 Hay cristianos que tienen mayor dificultad que otros en ejercer autodominio por diversas razones, como la educación recibida de pequeños o las vivencias del pasado. Si para alguien no representa ningún reto cultivarlo y manifestarlo, eso es estupendo. No obstante, todos debemos ser compasivos y comprensivos cuando tratamos con aquellos a quienes les supone un esfuerzo dominarse, aun cuando su falta de control nos perjudique de algún modo. En vista de nuestra imperfección, ¿quién tiene razones para adoptar una actitud de superioridad moral? (Romanos 3:23; Efesios 4:2.)

9 Por ejemplo: quizá sepamos que ciertos hermanos que fumaban o tomaban drogas sienten a veces intensos deseos de volver a hacerlo. O a algunos les resulta difícil comer y beber con moderación. Y aun a otros les cuesta dominar la lengua, así que suelen tropezar en palabra. A fin de lidiar con tales defectos se requiere esfuerzo diligente por cultivar autodominio. ¿La razón? Santiago 3:2 admite de manera realista: “Todos tropezamos muchas veces. Si alguno no tropieza en palabra, este es varón perfecto, capaz de refrenar también su cuerpo entero”. Hay quienes sienten un fuerte impulso de jugar por dinero o tal vez encuentren difícil reprimir o controlar su mal genio. Puede que tome tiempo aprender a superar estas debilidades y otras similares. Aunque hagamos grandes progresos en la actualidad, los malos deseos solo se erradicarán cuando alcancemos la perfección. Mientras tanto, esforzarnos por ejercer autodominio nos ayudará a no recaer en un proceder pecaminoso. Apoyémonos unos a otros en la lucha para no desfallecer (Hechos 14:21, 22).

(Santiago 3:8) Pero la lengua, nadie de la humanidad puede domarla. Cosa ingobernable y perjudicial, está llena de veneno mortífero.

w03 15/9 pág. 10 párrs. 2-4

Las conversaciones espirituales edifican

2 Las conversaciones pueden consolidar amistades, resolver malentendidos, animar a los deprimidos, fortalecer la fe y enriquecer la vida. Pero nunca lo hacen de forma automática. El sabio rey Salomón observó: “Existe el que habla irreflexivamente como con las estocadas de una espada, pero la lengua de los sabios es una curación” (Proverbios 12:18). Los siervos de Jehová queremos que nuestras conversaciones curen y edifiquen, no que hieran y derrumben. Deseamos asimismo utilizar la lengua para alabar a Jehová tanto en nuestro ministerio público como en nuestras conversaciones privadas. El salmista cantó: “En Dios ciertamente ofreceremos alabanza todo el día, y hasta tiempo indefinido elogiaremos tu nombre” (Salmo 44:8).

3 “La lengua —advierte el discípulo Santiago—, nadie de la humanidad puede domarla.” También nos recuerda: “Todos tropezamos muchas veces. Si alguno no tropieza en palabra, este es varón perfecto, capaz de refrenar también su cuerpo entero” (Santiago 3:2, 8). Ningún ser humano es perfecto. Por eso, aunque tengamos las mejores intenciones, nuestra habla no siempre edifica a los demás ni alaba al Creador. Por lo tanto, debemos aprender a medir bien lo que decimos. Además, Jesús declaró: “De todo dicho ocioso que hablen los hombres rendirán cuenta en el Día del Juicio; porque por tus palabras serás declarado justo, y por tus palabras serás condenado” (Mateo 12:36, 37). En efecto, somos responsables ante Dios de nuestras palabras.

4 Una de las mejores formas de evitar el habla perjudicial es cultivando el hábito de entablar conversaciones espirituales. Este artículo mostrará cómo podemos hacerlo, qué clase de temas podemos tratar y qué beneficios obtenemos del habla edificante.

(Santiago 3:14-16) 14 Pero si ustedes tienen en el corazón amargos celos y espíritu de contradicción, no anden haciendo alardes y mintiendo contra la verdad. 15 Esta no es la sabiduría que desciende de arriba, sino que es [la] terrenal, animal, demoníaca. 16 Porque donde hay celos y espíritu de contradicción, allí hay desorden y toda cosa vil.

w01 15/8 págs. 26-27 párrs. 6-7

No desistamos de hacer lo que es excelente

6 La mayoría de las pruebas a las que hoy hacemos frente tienen que ver con las inquietudes normales de la vida. Abrahán mismo tuvo que soportar las tensiones entre sus manaderos y los de su sobrino Lot (Génesis 13:5-7). De modo similar, las diferencias de personalidad y los celos mezquinos pueden someter a tensión las relaciones entre los hermanos y hasta poner en peligro la paz de la congregación. “Donde hay celos y espíritu de contradicción, allí hay desorden y toda cosa vil.” (Santiago 3:16.) ¡Qué importante es que no desistamos, sino que antepongamos la paz al orgullo personal, como hizo Abrahán, y busquemos el interés de los demás! (1 Corintios 13:5; Santiago 3:17.)

7 Nos resulta difícil ser pacíficos cuando pensamos que un hermano nos ha tratado injustamente. Proverbios 12:18 dice: “Existe el que habla irreflexivamente como con las estocadas de una espada”. Las palabras irreflexivas, aunque se digan sin mala intención, pueden causarnos un profundo dolor, que se intensifica si creemos que se nos ha calumniado o que hemos sido objeto de habladurías crueles (Salmo 6:6, 7). Sin embargo, los cristianos no han de permitir que los sentimientos heridos los venzan. Quien se encuentre en esa situación debe tomar la iniciativa y arreglar el problema hablando bondadosamente con quien le haya ofendido (Mateo 5:23, 24; Efesios 4:26). Debe estar dispuesto a perdonarlo (Colosenses 3:13). Si no albergamos resentimientos, conseguiremos que cicatricen las heridas emocionales y salvaremos la relación con nuestro hermano. Abrahán no guardó rencor a Lot, por el contrario, acudió a toda prisa en su ayuda y la de su familia (Génesis 14:12-16).

w01 1/9 págs. 11-12 párrs. 15-17

“Busque la paz y siga tras ella”

15 Lamentablemente, algunos cristianos del siglo primero manifestaron celos y espíritu de contradicción, todo lo cual está opuesto a la paz. “Esta no es la sabiduría que desciende de arriba, sino que es la terrenal, animal, demoníaca —escribió Santiago—. Porque donde hay celos y espíritu de contradicción, allí hay desorden y toda cosa vil.” (Santiago 3:14-16.) Algunos opinan que la palabra griega que se traduce “espíritu de contradicción” está relacionada con la ambición egoísta, la competencia por conseguir un puesto. Con razón la califica Santiago de “terrenal, animal, demoníaca”. Así es como han actuado los mandatarios del mundo a lo largo de la historia, como animales salvajes que pelean unos contra otros. Es realmente un espíritu “terrenal” y “animal”. También es “demoníaco”, pues el primer ser con esta característica perniciosa fue un ángel ansioso de poder que se puso en contra de Jehová Dios y se convirtió en Satanás, el soberano de los demonios.

16 La exhortación de Santiago a los cristianos fue que se resistieran a adoptar un espíritu contencioso, pues no promueve la paz. Escribió: “¿De qué fuente son las guerras y de qué fuente son las peleas entre ustedes? ¿No son de esta fuente, a saber, de sus deseos vehementes de placer sensual que se hallan en conflicto en sus miembros?” (Santiago 4:1). Con “deseos vehementes de placer sensual” tal vez hacía referencia a la avidez de bienes materiales o el interés por tener prestigio, autoridad o influencia. Según parece, algunos miembros de la congregación querían sobresalir, igual que Satanás, en lugar de ser de “los menores”, como dijo Jesús que serían sus verdaderos seguidores (Lucas 9:48). Ese espíritu puede privar de paz a la congregación.

17 Hoy día, nosotros también debemos resistir la inclinación al materialismo, los celos o la ambición vana. Si somos auténticos pacificadores, no nos sentiremos amenazados en caso de que en la congregación haya alguien mejor preparado que nosotros para determinadas tareas, ni lo desacreditaremos ante los demás cuestionando sus motivos. Quienes tienen alguna aptitud sobresaliente no la usarán para eclipsar a los demás, como dando a entender que la congregación prospera únicamente gracias a su competencia y conocimientos. Tal espíritu causaría división; no traería paz. Los pacificadores no hacen alarde de sus talentos, sino que los usan con modestia para servir a sus hermanos y honrar a Jehová. Son conscientes de que, en última instancia, lo que identifica a los cristianos verdaderos es el amor, no el talento (Juan 13:35; 1 Corintios 13:1-3).

it-2 pág. 1192 Verdad

2 Timoteo 2:15-18, 25xe «2 Timoteo 2:15-18, 25»; compárese con 2 Timoteo 3:6-8xe «2 Timoteo 3:6-8»; Santiago  5:13-20xe «Santiago  5:13-20″.) No todos están capacitados para dar esta clase de instrucción o enseñanza en la congregación. Hombres que tienen celos amargos y son contenciosos no pueden jactarse de que son aptos para enseñar, y, por lo tanto, lo que alegan sería falso. Por eso, el discípulo Santiago escribió: “¿Quién es sabio y entendido entre ustedes? Que muestre por su conducta excelente sus obras con una apacibilidad que pertenece a la sabiduría. Pero si ustedes tienen en el corazón amargos celos y espíritu de contradicción, no anden haciendo alardes y mintiendo contra la verdad”. (Santiago  3:13, 14xe «Santiago  3:13, 14″.)

w79 1/4 págs. 23-25

Cómo calificar para maestros en la congregación

10 El discípulo Santiago, dirigiendo su atención principalmente a hombres que presumían de calificar para maestros en la congregación, pasó a señalar rasgos que descalificarían a un individuo. Leemos: “Pero si ustedes tienen en su corazón amargo celo y espíritu de contradicción, no anden haciendo alardes y mintiendo contra la verdad.” (Sant. 3:14) Estas palabras exigen que el individuo se examine a sí mismo. Pudiera preguntarse: ‘¿Abrigo amargo celo? ¿Manifiesto un espíritu de contradicción?’ El celo amargo incluiría el que el individuo tuviera un deseo desenfrenado de glorificarse y glorificar sus opiniones. Pudiera manifestar esto en un celo fanático y terco por sus propios puntos de vista mientras en voz alta menospreciara las opiniones que difirieran de las de él, o por no reconocer que otras personas poseen sabiduría y entendimiento iguales o superiores a los de él. En cuanto a espíritu de contradicción, esto se refiere a que la persona tenga un espíritu de riña o de envolverse en contienda. El individuo pudiera tender a usar métodos que produjeran perturbación para confundir a otros y promover sus propios fines. Ese espíritu de contradicción o riña sería resultado del orgullo y la ambición egoísta.

11 El hombre que tuviera amargo celo y espíritu de contradicción, al llamar atención a que califica para maestro, ciertamente estaría haciendo alardes o jactándose. Sin embargo, la verdad cristiana, que él pretendería estar enseñando, condena los malos rasgos que está manifestando. Por eso, el hombre que tiene un espíritu divisivo de rivalidad y todavía cree que califica para maestro cristiano representa falsamente la verdad que se da en las Escrituras, o miente contra ella. Además, porque tiene esos rasgos indeseables, no tendría base para jactarse de que califica para maestro. Su jactancia sería una mentira. El hecho de que en el corazón busca engrandecerse y está dado a las riñas lo descalificaría en cuanto a ser maestro cristiano.

12 La sabiduría que tal hombre egoísta y dado a las riñas alegara poseer no sería sabiduría celestial. El discípulo Santiago escribe: “Esta no es la sabiduría que desciende de arriba, sino que es la terrenal, animal, demoníaca.” (Sant. 3:15) La sabiduría divina se opone al celo amargo y el espíritu de contradicción.—Pro. 6:16-19.

13 La sabiduría que tal presunto maestro manifestaría es la que caracteriza a las criaturas terrestres apartadas de Dios. Él es como los que no tienen espiritualidad, sino que gastan su tiempo y energías en satisfacer sus deseos de placer o en esforzarse por tener prestigio y posesiones en este sistema de cosas inestable y siempre cambiante. (Fili. 3:19; Col. 3:2) El motivo para su deseo de ser maestro es incorrecto. Porque es orgulloso, desea el respeto y la honra que en su mente asocia con esa posición o puesto.

(Santiago 3:17xe «Santiago 3:17») Pero la sabiduría de arriba es primeramente casta, luego pacífica, razonable, lista para obedecer, llena de misericordia y buenos frutos, sin hacer distinciones por parcialidad, sin ser hipócrita.

w94 1/8 pág. 11 párr. 6 Jehová es razonable

6 El discípulo Santiago aplicó un calificativo interesante a la sabiduría de este Dios sumamente adaptable. Escribió: “La sabiduría de arriba es […] razonable”. (Santiago 3:17xe «Santiago 3:17».) El término griego que empleó en este caso (e·pi·ei·kés) es de difícil traducción. Los traductores se valen de adjetivos tales como “amable”, “indulgente”, “paciente” y “bondadoso”. La Traducción del Nuevo Mundo lo vierte “razonable” e indica en una nota que el sentido literal es “que cede”. El término también transmite la idea de no insistir en la letra de la ley, de no ser indebidamente estricto ni severo. El helenista William Barclay comenta en su libro Palabras griegas del Nuevo Testamento: “Lo fundamental y básico de epieikeia es que se remonta hasta Dios. Si Dios se aferrara a sus derechos, si no nos aplicara otras normas que las de la ley, ¿dónde estaríamos? Dios ejemplifica supremamente lo que es ser epieikes y lo que es considerar a los demás con epieikeia”.

cl cap. 20 pág. 204 párr. 13

“Sabio de corazón”, pero humilde

13 La humildad de Jehová se manifiesta también en otra hermosa virtud: la razonabilidad, que lamentablemente escasea entre las personas imperfectas. Él, sin embargo, no solo se digna a escuchar a sus criaturas inteligentes, sino a ceder siempre que por ello no entre en pugna con sus justos principios. En el uso bíblico, el adjetivo razonable significa literalmente “que cede”. Esta virtud es también una característica propia de la sabiduría divina, como dice Santiago 3:17: “La sabiduría de arriba es […] razonable”. ¿En qué sentido es aplicable este calificativo al sapientísimo Jehová? Para empezar, es adaptable. Recordemos la lección que encierra su propio nombre: Dios hace que él mismo llegue a ser cuanto sea preciso para cumplir sus propósitos (Éxodo 3:14). ¿No vemos en ello una clara muestra de espíritu adaptable y razonable?

cl cap. 22 págs. 221-222 párr. 9

¿Influye en nuestra vida “la sabiduría de arriba”?

9 “Primeramente casta.” El adjetivo griego para “casta” denota pureza o limpieza, tanto interior como exterior. La Biblia vincula la sabiduría al corazón, el cual no podrá recibir esta dádiva divina si se halla manchado por pensamientos, deseos o motivos malos (Proverbios 2:10xe «Proverbios 2:10»; Mateo 15:19, 20xe «Mateo 15:19, 20»). Pero si nuestro corazón es puro, al grado que lo permite la imperfección, nos ‘apartaremos de lo malo y haremos lo bueno’ (Salmo 37:27xe «Salmo 37:27»; Proverbios 3:7xe «Proverbios 3:7»). ¿No es apropiado, por tanto, que la castidad sea la primera de las cualidades de la sabiduría de arriba que se enumeran? A fin de cuentas, ¿cómo reflejaremos las restantes si no vivimos con pureza moral y espiritual?

12 “Razonable.” ¿Qué da a entender este adjetivo? Según los especialistas, la voz griega que se vierte así en Santiago 3:17 es de difícil traducción. Otras versiones bíblicas emplean soluciones como “amable”, “paciente” y “considerada”. La Traducción del Nuevo Mundo señala en una nota que su significado literal es “que cede”. ¿Cómo demostramos que influye en nosotros este aspecto de la sabiduría de arriba?

13 “Llegue a ser conocido de todos los hombres [“Que todos reconozcan”, Biblia del Peregrino] lo razonables que son ustedes”, dice Filipenses 4:5xe «Filipenses 4:5». Observemos que no es tanto cómo nos vemos nosotros, sino cómo nos ve el prójimo, es decir, qué fama tenemos. La persona razonable no insiste siempre en aplicar la letra de la ley o hacerlo todo a su manera. Por el contrario, está dispuesta a escuchar a los demás y, siempre que sea apropiado, acceder a sus deseos. También los trata con bondad, no con aspereza o rudeza. Aunque es esencial que todo cristiano actúe de este modo, reviste especial importancia en el caso de los superintendentes cristianos, pues con su trato bondadoso atraerán a los hermanos y serán personas accesibles (1 Tesalonicenses 2:7, 8xe «1 Tesalonicenses 2:7, 8»). Todos deberíamos preguntarnos: “¿Reconocen los demás que soy considerado, flexible y amable?”.

(Santiago 4:6) Sin embargo, la bondad inmerecida que él da es mayor. Por eso se dice: “Dios se opone a los altivos, pero da bondad inmerecida a los humildes”.

w05 15/10 pág. 31 párrs. 20-21

Cultivemos la verdadera humildad

20 Una clave para desarrollar humildad es pedir la ayuda y el espíritu de Dios; pero recuerde que Dios “da bondad inmerecida [lo que también incluye su espíritu santo] a los humildes” (Santiago 4:6). Por eso, si tiene diferencias con un hermano en la fe, ruéguele a Jehová que lo ayude a admitir con humildad el mayor o menor grado de culpa que le corresponda a usted. Si alguien lo ofende y se disculpa sinceramente, sea humilde y perdónelo. En caso de que le cueste hacerlo, suplíquele a Jehová que le permita desarraigar del corazón todo asomo de altivez.

21 Comprender los muchos beneficios de la humildad debería impulsarnos a cultivar y mantener tan valiosa virtud. Para lograrlo, tenemos en Jehová Dios y en Jesucristo dos magníficos ejemplos. Nunca olvidemos la siguiente garantía divina: “El resultado de la humildad y del temor de Jehová es riquezas y gloria y vida” (Proverbios 22:4).

w84 1/6 pág. 10 párrs. 10-13

Mantenga una fe sólida

10 El conocimiento no es un fin en sí mismo. Más bien, es un instrumento que debería ayudarnos a apreciar a Jehová Dios y su Palabra. El conocimiento exacto, combinado con el amor, debería engendrar la humildad, no una opinión exagerada de nuestra propia importancia. Hay quienes estudian, no para aprender a servir mejor a Dios, sino para alabarse y ensalzar sus propias opiniones. Tal vez se hinchen y critiquen a otros… a hermanos de más edad y hasta a la congregación cristiana y el conjunto de verdades bíblicas que ésta enseña. (Proverbios 16:5; 1 Corintios 8:1.)

11 Sin embargo, no tenemos nada que no hayamos recibido de otra fuente. Heredamos nuestra inteligencia de nuestros padres, pero originalmente nuestro Creador, Jehová Dios, la dio a la humanidad. El conocimiento que tenemos lo recibimos por medio de las personas que nos ayudaron, de lo que leímos y de Dios, quien es la fuente de la verdad. De hecho, todo lo que tenemos provino originalmente de Dios. El apóstol escribió: “Pues, ¿quién hace que tú difieras de otro? En realidad, ¿qué tienes tú que no hayas recibido? Si, pues, verdaderamente lo recibiste, ¿por qué te jactas como si no lo hubieras recibido?”. (1 Corintios 4:7.)

12 Jehová no nos juzga por la inteligencia que hayamos heredado, sino por nuestra humildad y por lo dispuestos que estemos a aprender cuál es el derrotero que él ha trazado para nosotros, y entonces seguirlo. La humildad y la fe van acompañadas la una de la otra. La Biblia dice que es “a los mansos” a quienes Dios enseña su camino. También declara: “Dios se opone a los altivos, mas da bondad inmerecida a los humildes”. (Salmo 25:9; Santiago 4:6.)

13 La humildad encierra el estar dispuesto a ser corregido. Los apóstoles Pedro y Tomás fueron excelentes ejemplos al respecto. Pedro se destacó en el hablar, pero también fue el que con mayor frecuencia recibió corrección, censura, o hasta reprensión. Sin embargo, Pedro era un trabajador activo y celoso, y su fe, iniciativa y valor son ejemplos sobresalientes para todos nosotros. Tomás no creía que Jesús hubiera sido resucitado, pero cuando fue confrontado con la prueba, la aceptó inmediatamente. ¿Mostramos semejante humildad cuando nuestros errores o conceptos erróneos son corregidos mediante la Biblia? (Juan 20:24-29.)

w06 15/11 pág. 28 párr. 13

Aceptemos siempre la disciplina de Jehová

13 Dios no va a bendecir a nadie que oculta un pecado grave e intenta permanecer en el entorno puro de la congregación cristiana (Santiago 4:6). De modo que quien haya pecado y quiera hacer lo que está bien debe ser honesto y no dudar en confesar. De lo contrario, la conciencia le molestará, en especial cuando lea o escuche consejos sobre las faltas que haya cometido. Es más, ¿y si Jehová decidiera retirarle su espíritu, como hizo en el caso del rey Saúl? (1 Samuel 16:14.) Sin su espíritu, podría cometer pecados aún más graves.

(Santiago 4:7) Sujétense, por lo tanto, a Dios; pero opónganse al Diablo, y él huirá de ustedes.

w02 15/10 pág. 12 párr. 17 “Opónganse al Diablo”

17 Cuando Satanás ofreció a Jesús todos los reinos del mundo a cambio de un solo acto de adoración, Jesús de nuevo se opuso a él citando de las Escrituras, totalmente resuelto a dar devoción exclusiva a su Padre (Deuteronomio 5:9; 6:13; 10:20). Puede que el Diablo no nos ofrezca los reinos del mundo, pero continuamente nos tienta con el atrayente resplandor del materialismo, incluso con la visión de un pequeño reino personal. ¿Reaccionamos tal como Jesús y damos a Jehová nuestra devoción exclusiva? Si así lo hacemos, nos sucederá lo mismo que a Jesús. El relato de Mateo pasa a decir: “Entonces el Diablo lo dejó” (Mateo 4:11). En efecto, Satanás nos dejará si nos oponemos firmemente a él recordando principios bíblicos oportunos y poniéndolos en práctica. El discípulo Santiago escribió: “Opónganse al Diablo, y él huirá de ustedes” (Santiago 4:7). En una carta dirigida a la sucursal de los testigos de Jehová de Francia, cierto cristiano expresó: “Satanás es muy astuto. A pesar de mis mejores intenciones, siempre me resulta difícil dominar mis sentimientos y deseos. Sin embargo, con valor, paciencia y, sobre todo, con la ayuda de Jehová, he logrado mantenerme íntegro y aferrarme a la verdad”.

(Santiago 4:8) Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes. Límpiense las manos, pecadores, y purifiquen su corazón, indecisos.

w02 15/12 pág. 8 párrs. 2-4 – ‘Acerquémonos a Dios’

¿Qué quiso decir Santiago con “acérquense”?

3 Santiago empleó una expresión que muchos de sus  lectores de aquel tiempo conocían. La Ley mosaica daba pautas claras a los sacerdotes para “acerca[rse]”, o aproximarse, a Jehová en favor de su pueblo (Éxodo 19:22xe «Éxodo 19:22»). Así, Santiago tal vez hizo recordar a sus lectores que acercarse a Jehová no es algo que deba darse por sentado, pues Él es el más grande dignatario del universo.

4 Por otra parte, como destaca cierto biblista, “esta exhortación [la de Santiago 4:8] revela un gran optimismo”. Santiago sabía que Jehová siempre había extendido a los seres humanos imperfectos una afectuosa invitación para que se le acercaran (2 Crónicas 15:2xe «2 Crónicas 15:2»). De hecho, el sacrificio de Jesús abrió el camino para hacerlo a mayor grado (Efesios 3:11, 12xe «Efesios 3:11, 12»). En la actualidad, el medio para aproximarse a Dios está al alcance de millones de personas. Pues bien, ¿cómo podemos aprovechar esta magnífica oportunidad? Analizaremos de manera breve tres medios que nos permitirán acercarnos a Jehová Dios.

w01 15/10 pág. 13 párrs. 6-7

¿Quién nos separará del amor de Dios?

6 Nos dedicamos a nuestro Padre celestial una vez que nos atrajo su amor e hicimos cambios en la vida para serle aceptos. En la actualidad disfrutamos de paz con Jehová; aun así, ¿nos sentimos a veces un tanto alejados de él? Esto es algo que puede ocurrirnos a todos, pero nunca olvidemos que Dios no cambia. Su amor es tan constante y continuo como el Sol, que no cesa de enviar los rayos de luz que calientan la Tierra (Malaquías 3:6; Santiago 1:17). Por otra parte, nosotros sí cambiamos, aun cuando solo sea temporalmente. Del mismo modo que la mitad del planeta se envuelve en oscuridad por efecto de la rotación, si nos alejamos de Dios, aunque sea poco, es posible que percibamos que nuestra amistad con él se enfría. ¿Qué hacer para corregir la situación?

7 En caso de que notáramos cierta separación del amor de Dios, deberíamos preguntarnos: “¿Doy por sentado su amor? ¿Me he apartado gradualmente del Dios vivo y amoroso y doy muestras de un debilitamiento de mi fe? ¿He fijado la mente en ‘las cosas de la carne’ en vez de en ‘las cosas del espíritu’?” (Romanos 8:5-8; Hebreos 3:12). Si nos hemos alejado de Jehová, demos los pasos para corregir la situación y recuperar la amistad íntima con él. Santiago nos hace la siguiente exhortación: “Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes” (Santiago 4:8). Tomemos a pecho estas palabras de Judas: “Amados, edificándose sobre su santísima fe, y orando con espíritu santo, manténganse en el amor de Dios” (Judas 20, 21).

(Santiago 4:10) Humíllense a los ojos de Jehová, y él los ensalzará.

w05 15/10 págs. 28-29 párrs. 10-13

Cultivemos la verdadera humildad

10 Tal verdad hace surgir importantes preguntas. Nuestras posibilidades de obtener la vida eterna dependen en parte de que desarrollemos verdadera humildad. ¿Por qué, entonces, nos resulta a veces tan difícil hacerlo? ¿Por qué razón nos cuesta tanto tragarnos el orgullo, por así decirlo, y reaccionar con humildad frente a las dificultades? ¿Y qué nos ayudará a cultivar la humildad verdadera? (Santiago 4:6, 10.)

Por qué es difícil ser humildes

11 Si usted está luchando por ser humilde, no es el único. Allá en 1920, esta revista dijo lo siguiente en cuanto a los consejos bíblicos que recalcan la necesidad de desarrollar esta virtud: “Comprender el gran valor que el Señor le atribuye a la humildad debe animar a todos los discípulos verdaderos a cultivar esta cualidad a diario”. Luego admitió con franqueza: “Pese a todas las exhortaciones de las Escrituras, la naturaleza humana es tan perversa que parece que los seguidores del Señor hallan más dificultades, más obstáculos, en este asunto que en cualquier otro”. Estas palabras destacan una de las razones por las que cultivar la humildad supone una lucha para los cristianos verdaderos, y es que nuestra naturaleza humana pecaminosa anhela recibir gloria excesiva. Esto se debe a que descendemos de una pareja pecadora, Adán y Eva, quienes cedieron a deseos egoístas (Romanos 5:12).

12 Otro obstáculo que nos dificulta ser humildes es que estamos rodeados de un mundo que anima a las personas a esforzarse por ser superiores a los demás. Entre sus metas más comunes figura la de satisfacer a toda costa “el deseo de la carne [pecaminosa] y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno” (1 Juan 2:16). Los discípulos de Jesús no debemos dejar que estos deseos mundanos nos dominen; más bien, hemos de mantener el ojo sencillo y concentrarnos en cumplir la voluntad de Dios (Mateo 6:22-24, 31-33; 1 Juan 2:17).

13 Una tercera razón por la que se hace difícil cultivar y demostrar humildad es que el Diablo, quien dio origen a la altanería, gobierna este mundo (2 Corintios 4:4; 1 Timoteo 3:6). Satanás quiere que otros adopten sus características malvadas. Por ejemplo, procuró que Jesús lo adorara a cambio de “todos los reinos del mundo y su gloria”. Pero él, humilde en todo momento, rechazó de plano la oferta (Mateo 4:8, 10). De igual manera, Satanás tienta a los cristianos a buscar gloria para sí; no obstante, tenemos que ser humildes y esmerarnos por seguir el ejemplo de Jesús al dirigir a Dios toda la alabanza y la honra (Marcos 10:17, 18).

(Santiago 4:17) Por lo tanto, si uno sabe hacer lo que es correcto y, sin embargo, no lo hace, es para él un pecado.

w06 1/7 págs. 28-29 párrs. 12-13

Joven, escoge servir a Jehová

12 Llega un momento en que la fidelidad de tus padres ya no te sirve de protección (1 Corintios 7:14). El discípulo Santiago escribió: “Si uno sabe hacer lo que es correcto y, sin embargo, no lo hace, es para él un pecado” (Santiago 4:17). Tus padres no pueden servir a Dios por ti, ni tú puedes servir a Dios por ellos (Ezequiel 18:20). ¿Conoces a Jehová y sus propósitos? ¿Tienes suficiente edad para entender lo que has aprendido y para forjar tu propia relación con él? Entonces, ¿no es razonable pensar que Dios te considera capaz de tomar la decisión de servirle?

13 ¿Eres un joven no bautizado que ha sido criado por padres cristianos? ¿Asistes a las reuniones y participas en la predicación de las buenas nuevas del Reino? Si así es, contesta con sinceridad estas preguntas: “¿Por qué lo hago? ¿Voy a las reuniones y predico porque esto es lo que esperan mis padres, o porque deseo agradar a Jehová?”. ¿Has comprobado por ti mismo lo que es “la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios”? (Romanos 12:2.)

 (Santiago 5:11xe «Santiago 5:11») ¡Miren! Pronunciamos felices a los que han aguantado. Ustedes han oído del aguante de Job y han visto el resultado que Jehová dio, que Jehová es muy tierno en cariño, y misericordioso.

w94 1/11 pág. 13

Jehová, nuestro Padre tiernamente compasivo

La palabra griega para “entrañas” o “intestinos” se utiliza de manera parecida en las Escrituras Griegas Cristianas. Cuando no se emplea en sentido literal, como en Hechos 1:18xe «Hechos 1:18», se refiere a las emociones tiernas de cariño o compasión. (Filemón 12xe «Filemón 12».) A veces se combina con la palabra griega que significa “bueno” o “bien”. Los apóstoles Pablo y Pedro usaron la expresión combinada cuando animaron a los cristianos a ser “tiernamente compasivos”, literalmente “bien dispuestos a la piedad”. (Efesios 4:32xe «Efesios 4:32»; 1 Pedro 3:8xe «1 Pedro 3:8».) El vocablo griego para “intestinos” también se puede unir a la palabra griega pol·ý. La combinación significa en sentido literal “de muchas entrañas”. Esta expresión griega es muy rara, pues aparece una sola vez en la Biblia, y se refiere a Jehová Dios. La Traducción del Nuevo Mundo la vierte así: “Jehová es muy tierno en cariño”. (Santiago 5:11xe «Santiago 5:11».)

w06 1/2 pág. 20 párr. 17

Imitemos la paciencia de Jehová

17 Después de mencionar a los profetas de la antigüedad, el discípulo Santiago escribió: “Ustedes han oído del aguante de Job y han visto el resultado que Jehová dio, que Jehová es muy tierno en cariño, y misericordioso” (Santiago 5:11). La palabra griega traducida aquí “aguante” se parece mucho en su significado a la que Santiago usó en el versículo anterior para “paciencia”. Señalando la diferencia entre las dos, cierto biblista escribió: “La primera es paciencia cuando las personas nos maltratan; la segunda es perseverancia valerosa ante la aflicción”.

(Sant. 5:14xe «Santiago 5:14») ¿Hay alguno enfermo entre ustedes? Que llame a [sí] a los ancianos de la congregación, y que ellos oren sobre él, untándo[lo] con aceite en el nombre de Jehová.

w06 15/11 pág. 29 párr. 18

Aceptemos siempre la disciplina de Jehová

18 ¿Por qué pueden confiar en los ancianos quienes hayan cometido un mal grave? Porque ante todo son pastores del rebaño de Dios (1 Pedro 5:1-4). Ningún pastor amoroso golpea a un dócil cordero porque este se haya lastimado. Así mismo, cuando un hermano cristiano comete un error, la preocupación de los ancianos no es castigarlo por su pecado. Más bien, siempre que sea posible, tratan de ayudarlo a recuperarse en sentido espiritual (Santiago 5:13-20). Los ancianos deben juzgar con justicia y “[tratar] al rebaño con ternura” (Hechos 20:29, 30; Isaías 32:1, 2). Como todos los demás cristianos, tienen que ‘ejercer justicia, amar la bondad y ser modestos al andar con Dios’ (Miqueas 6:8). Y estas cualidades son fundamentales cuando deben tomar decisiones relacionadas con la vida y el servicio sagrado de ‘las ovejas del apacentamiento de Jehová’ (Salmo 100:3).

w00 15/5 pág. 29

Un olivo frondoso en la casa de Dios

Aplicarse aceite de oliva a la cabeza refresca y relaja (Salmo 141:5xe «Salmo 141:5»). Al tratar casos de enfermedad espiritual, los ancianos cristianos pueden ‘untar a un miembro de la congregación con aceite en el nombre de Jehová’ (Santiago 5:14xe «Santiago 5:14»). El amoroso consejo bíblico de los ancianos y sus oraciones sinceras a favor de sus hermanos cristianos enfermos espiritualmente se comparan con el relajante aceite de oliva. Cabe señalar que en el habla hebrea a veces se usa la expresión “aceite puro de oliva” para designar al hombre bueno.

w92 1/7 pág. 16 Ancianos, juzguen con justicia

8 Los ancianos no juzgan todo el tiempo. Pero son pastores todo el tiempo. Son sanadores, no castigadores. (Santiago 5:13-16.)xe » Santiago 5:13-16″ La idea fundamental tras la palabra griega para superintendente (e·pí·sko·pos) es la de cuidado protector. El Theological Dictionary of the New Testament (Diccionario teológico del Nuevo Testamento) declara: “Como suplemento del vocablo pastor [en 1 Pedro 2:25], el término [e·pí·sko·pos] alude a la obra pastoral de velar o proteger”. Sí, su responsabilidad primordial es velar por las ovejas y protegerlas, mantenerlas dentro del rebaño.

9 Al dirigirse a los ancianos de la congregación de Éfeso, el apóstol Pablo recalcó correctamente lo siguiente: “Presten atención a sí mismos y a todo el rebaño, entre el cual el espíritu santo los ha nombrado superintendentes, para pastorear la congregación de Dios, que él compró con la sangre del Hijo suyo”. (Hechos 20:28.) Pablo hace resaltar la obra de pastorear, no el castigar. Algunos ancianos harían bien en meditar sobre la siguiente pregunta: ‘¿Pudiéramos ahorrarnos la considerable cantidad de tiempo que se requiere para investigar y atender casos judiciales si dedicáramos más tiempo y esfuerzo al pastoreo?’.

10 Es cierto que Pablo advirtió contra “lobos opresivos”. Pero ¿verdad que reprendió a estos por ‘no tratar al rebaño con ternura’? (Hechos 20:29xe «Hechos 20:29».) Y aunque dio a entender que los superintendentes fieles deben expulsar de la congregación a esos “lobos”, ¿no es cierto que sus palabras muestran que los ancianos deben tratar a los demás miembros del rebaño “con ternura”? Cuando una oveja se debilita en sentido espiritual y deja de servir a Dios, ¿qué necesita?: ¿golpes, o curación?, ¿castigo, o pastoreo? (Santiago 5:14, 15xe «Santiago 5:14, 15».) Como se ve, los ancianos deben apartar tiempo regularmente para la obra de pastorear. Puede que el feliz resultado de esto sea que haya menos casos judiciales que consuman mucho tiempo y en los que estén implicados cristianos que han sucumbido al pecado. Sin lugar a dudas, el principal interés de los ancianos debe ser servir como fuente de alivio y refrigerio, promoviendo así paz, tranquilidad y seguridad entre el pueblo de Jehová. (Isaías 32:1, 2xe «Isaías 32:1, 2».)

w83 1/8 pág. 15

Santiago insta a la adoración limpia y activa

Después de aconsejar a sus compañeros cristianos que no hicieran juramentos frívolos e indistintos, Santiago los instó a que se ocuparan en orar. Sobre todo, la oración es importante si uno está débil o enfermo espiritualmente. Sería apropiado, pues, llamar a los ancianos de la congregación, quienes pueden expresar consoladores recordatorios bíblicos que sean como aceite balsámico. Éstos orarán sobre el que necesita ayuda, y tal “oración de fe” será eficaz. Jehová perdonará los pecados que haya cometido la persona humilde y arrepentida y la restaurará a salud espiritual. Que “el ruego del hombre justo […] tiene mucho vigor” lo prueba el hecho de que Jehová contestó las oraciones de Elías. (Santiago 5:12-18.)