Martes 23 de Noviembre de 2010
Paciente de 54 años fue sometido a intervención quirúrgica sin incorporar sangre ajena a su organismo, lo que está prohibido en su religión, y hoy se recupera en su hogar. Había sido desahuciado.
Tres años debieron pasar antes de que Luis Salas Sepúlveda pudiera recibir el órgano que le devolvió la vitalidad a su cuerpo cansado y enfermo. Una cirrosis hepática provocada por una esteatohepatitis no alcohólica diagnosticada hace tres años lo mantenía postrado y sin esperanzas de recuperación. Sólo el reemplazo de su hígado le daría una oportunidad de sobrevida.
Así fue como la madrugada de viernes 22 de octubre Luis Salas fue intervenido quirúrgicamente por el equipo médico encabezado por el Dr. Juan Carlos Díaz, cirujano jefe de la Unidad de Trasplantes del Hospital Clínico Universidad de Chile, e integrado también por el Dr. Jaime Castillo y el Dr. Gonzalo Cardemil, jefe del Programa de Cirugía sin Transfusión de Sangre del HCUCH, un programa pionero que ha permitido a pacientes Testigos de Jehová acceder a medicina de excelencia, con total respeto a sus creencias.
Este es el segundo caso de trasplante hepático realizado mediante prescindencia de sangre en el país, una proeza de la medicina moderna, si se considera que en Chillán, su ciudad de origen, Luis Salas había sido desahuciado.
“Vimos a todos los gastroenterólogos de allá y ninguno nos dio esperanzas de vida. Llegábamos llorando a la casa después de ver a los médicos, hasta que un día mi jefe en la empresa donde trabajo me dijo: ‘tú te vas a Santiago para que te mejores’”.
Producto de la cirrosis el hígado queda dañado para siempre, forma cicatrices y deja de funcionar correctamente. “Era como un higo seco, como una hoja seca”, recuerda Luis. Hoy disfruta de la vitalidad que un donante anónimo le entregó. A él y a Jehová le agradece, como también al equipo médico del Hospital Clínico Universidad de Chile que respetó su opción y su creencia.
“Estoy muy agradecido del doctor Juan Carlos Díaz, que fue como un padre; al Dr. Cardemil, que confió plenamente en mi y que me derivó al Dr. (Danny) Oksenberg, un hepatólogo de excepción, que me cuidó y que me mantuvo estos tres años hasta la operación”, dice al recordar el tránsito desde su anterior estado de postración a esta nueva etapa en su vida.
“Hoy siento que Jehová me ha dado una nueva oportunidad, para servir más plenamente y mejor a mi familia y a los demás. Tengo nuevas metas espirituales, deseos de establecerme en Santiago y volver a trabajar en la empresa que me ayudó a estar aquí”, explica, mientras se prepara para tocar su armónica nuevamente, algo que hace unos días era impensado.
Fuente: http://www.lasegunda.com