¿TENÍAN PREPARACIÓN ACADÉMICA LOS TRADUCTORES DE LA TRADUCCIÓN DEL NUEVO MUNDO?

ALGUNOS detractores de los testigos de Jehová critican el hecho de que el comité que preparó la Traducción del Nuevo Mundo (la principal traducción que utilizan los Testigos) decidiese permanecer anónimo. Sin embargo, en el colmo de la contradicción, algunos de ellos afirman que los miembros del Comité de la Traducción del Nuevo Mundo no poseían ninguna titulación ni tenían ninguna preparación académica para traducir; incluso dicen que uno de ellos mintió bajo juramento ante un tribunal acerca de sus habilidades como traductor. Hacer ese tipo de afirmaciones sobre personas anónimas es cuando menos extraño.

A continuación hablaremos de las razones del Comité para permanecer en el anonimato, trataremos sobre el asunto de la preparación académica de los miembros del Comité y rebatiremos la acusación falsa sobre perjurio ante un tribunal.

¿Por qué un comité de traducción anónimo?

La Atalaya del 1 de febrero de 1951 dijo:

“Los hombres que constituyen el comité de traducción han indicado […] que su deseo es permanecer anónimos, y específicamente no desean que sus nombres sean publicados mientras vivan ni después de su muerte. El propósito de la traducción es exaltar el nombre del Dios viviente y verdadero”.

En la misma línea, el libro Razonamiento a partir de las Escrituras (pág. 395) dice:

“Cuando presentó como regalo los derechos de publicación de su traducción, el Comité de Traducción de la Biblia del Nuevo Mundo pidió que sus miembros permanecieran anónimos. La Sociedad Watch Tower Bible and Tract of Pennsylvania ha aceptado su petición. Los traductores no buscaban prominencia para sí, sino sólo honrar al Autor Divino de las Santas Escrituras».

Esto no es algo raro ni exclusivo de esta traducción. El prof. Rolf Furuli, de la Universidad de Oslo, afirma que la mayoría de las traducciones bíblicas a idiomas escandinavos tampoco incluyen los nombres de los traductores.

Por otra parte, cuando en 1963 apareció el Nuevo Testamento de la New American Standard Bible, y cuando apareció en 1970 la Biblia completa, los miembros del comité de traducción optaron por permanecer anónimos.

Según se explica en una página web (http://www.spotlightministries.org.uk/nasb.htm):

“El Nuevo Testamento de la NASB fue preparado por 58 eruditos anónimos bajo el patrocinio de la fundación Lockman de La Habra, California. La razón de que los eruditos encargados de la traducción quisieran permanecer en el anonimato era para que la nueva traducción sea valorada por méritos propios y no por la reputación de los eruditos que la produjeron”.

La fundación Lockman, que patrocinó dicha traducción y remuneró a sus traductores, afirmó lo siguiente en el punto 4 de sus propósitos:

«Ellos darán al Señor Jesucristo Su lugar apropiado, el lugar que la Palabra le da, NINGUNA OBRA SERÁ NUNCA PERSONALIZADA.»

(A pesar de ello, y tras el gran éxito de esta traducción, los traductores cambiaron de parecer y actualmente han revelado sus nombres.)

Otra traducción reciente de la Biblia al inglés, la NET Bible (disponible en www.netbible.com) ha sido producida por un grupo de 20 traductores anónimos.

Así, la razón que se ha especificado para que el Comité de la Traducción del Nuevo Mundo permanezca anónimo, es el deseo de los traductores de no buscar ninguna prominencia personal, sino honrar y exaltar a Dios. Esto permite también centrar la atención en la traducción en sí y no en las personas que la prepararon.

Críticas sobre preparación académica del Comité

Parece bastante obvio que si los traductores hubiesen revelado sus nombres las críticas se habrían centrado en sus personas y no en su trabajo, pues aun a pesar de no conocerse sus identidades, los detractores se atreven a criticar su supuesta falta de preparación. ¿Cómo es esto posible?

Para empezar, algunos se aventuran incluso a dar nombres de miembros del cuerpo gobernante de los testigos de Jehová que, según ellos, formaban dicho comité. Algunos dan cuatro nombres, otros cinco, y otros afirman que eran siete miembros. Y a continuación aseguran que ningún miembro del Cuerpo Gobernante salvo F.W. Franz tenía ninguna preparación. ¿En qué se basan para dar nombres, si el comité es anónimo? En el mejor de los casos, se basan en mera especulación, si es que no se trata tan solo de nombres al azar.

Aun suponiendo que los miembros del comité de traducción fuesen realmente miembros del Cuerpo Gobernante, ¿significa eso que ellos mismos tradujeron el texto? Es interesante la declaración de un miembro del personal de Betel, quien dijo que él siempre había entendido que el Comité de la Traducción del Nuevo Mundo se encargaba de organizar y recopilar información proveniente de muchas fuentes. Estos recursos utilizados por el Comité provendrían de distintas partes del mundo y pertenecerían a diferentes disciplinas y especialidades lingüísticas necesarias para que el comité integrara toda la traducción. Según la opinión de los trabajadores de la central, el comité no habría realizado él mismo la traducción palabra por palabra, sino que se habría encargado de supervisar el esfuerzo y se habría reservado la última palabra a la hora de tomar decisiones sobre la versión completa.

Es cierto que esta opinión se basa también en simples conjeturas, pero parecen bastante razonables, teniendo en cuenta que los comités de traducción de otras muchas versiones de la Biblia suelen estar compuestos por docenas de traductores.

Por otro lado, también hay evidencias de que hubo más personas ajenas al propio Comité que participaron en cierta medida.

Por ejemplo, Norman E. Swift, de la universidad de Columbia, que no es miembro del Cuerpo Gobernante ni del personal de Betel, declaró que en 1958 trabajó estrechamente con uno de los traductores anónimos revisando su trabajo del hebreo al inglés y colaborando en algunas notas a pie de página.

Incluso hay cierta evidencia de que recibieron ayuda en forma de consultas por parte de personas que no eran testigos de Jehová. Cierto autor afirma haber visto cartas entre Frederick W. Franz y el famoso traductor de la Universidad de Chicago, Edgar J. Goodspeed, que parecían indicar que Goodspeed y otros prominentes eruditos habían aportado alguna contribución al producto final.

De modo que la idea de un grupito de cuatro, cinco o siete personas traduciendo sin ninguna preparación académica no parece ser más que una simple leyenda urbana. Efectivamente, al no conocerse la identidad ni la preparación de los traductores, toda crítica o todo elogio debe basarse en la traducción en sí.

¿Mintió Franz ante un tribunal?

Pese a no conocerse la identidad de los traductores de la versión del Nuevo Mundo, algunos opositores afirman que quedó demostrado ante un tribunal que Frederick W. Franz no sabía traducir hebreo, con lo que supuestamente se demuestra que su traducción no tiene credibilidad, además de acusarle de perjurio.

Según esta acusación, este fue el diálogo entre el abogado y F.W. Franz:

Pregunta: ¿Está usted familiarizado con el hebreo?

Respuesta: Sí.

P: ¿De modo que usted tiene un conocimiento lingüístico profundo?

R: Sí, por razón de mi trabajo bíblico.

P: ¿Es cierto que Vd. es capaz de leer y seguir la Biblia en hebreo, griego, latín, español, portugués, alemán y francés?

R: Sí.

P: ¿Sabe Vd. incluso leer y hablar hebreo?

R: Yo no hablo hebreo.

P: ¿No sabe Vd.?

R: No.

P: ¿Puede Vd. traducirme esto en hebreo?

R: ¿Qué?

P: El cuarto versículo del capítulo dos de Génesis.

R: ¿Quiere Vd. decir este?

P: Si.

R: No, ni lo intentaría.

Los opositores suelen incluir un comentario afirmando que la traducción de ese versículo es un ejercicio sencillo que hace cualquier estudiante de hebreo.

Sin embargo, esta versión presenta numerosos problemas que pasamos a revelar:

Aunque por la forma de presentar el asunto puede dar la impresión de que Franz se encontraba sentado en el banquillo de los acusados, se trata de un juicio celebrado en 1954 en Escocia con el fin de obtener reconocimiento legal para los testigos de Jehová como entidad religiosa y de permitir a la exención del servicio militar.

Por otro lado, el propósito de esta cita parece ser demostrar que Franz no sabía traducir hebreo y que por lo tanto la Traducción del Nuevo Mundo no es confiable. Aunque ya hemos dicho que el Comité era anónimo, supongamos por un momento que Franz hubiese sido miembro del mismo, y supongamos que fuese verdad que no sabía traducir hebreo. ¿Cómo demostraría esta cita que él no supiese traducir griego, el segundo idioma principal de la Biblia? Franz había estudiado griego dos años en la Universidad de Cincinnati y continuó con su estudio del idioma después de decidir ser ministro religioso a tiempo completo. ¿Y cómo demostraría esto que no hubiese otros miembros del Comité que no supiesen traducir hebreo o griego? Desde luego, esto no demuestra gran cosa.

Aun así, analicemos las preguntas y respuestas de aquel testimonio. Empecemos viendo algunos extractos interesantes del martes 23 de noviembre de 1954 que apoyan algunos puntos ya tratados:

P: En lo que se refiere a la propia traducción de la Biblia, ¿usted es responsable de qué?

R: Se me ha autorizado a examinar una traducción y determinar su exactitud y recomendar su aceptación en la forma en que se envía.

(…)

P: ¿Fue usted responsable de la traducción del Antiguo Testamento?

R: De nuevo, no puedo responder a esa pregunta.

(…)

P: ¿Por qué ese secreto?

R: Porque el comité de traducción quiso permanecer anónimo y no buscar gloria u honor por hacer una traducción y adjuntar a ella sus nombres.

(…)

P: ¿También se ha familiarizado usted con el hebreo?

R: Sí.

P: ¿También sabe y habla español, portugués y francés?

R: Español, portugués y alemán; pero tengo conocimientos de francés a nivel de lectura.

P: ¿De modo que tiene un conocimiento lingüístico considerable a su disposición?

R: Sí, para usarlo en mi obra bíblica.

P: Creo que es usted capaz de leer y seguir la Biblia en hebreo, griego, latín, español, portugués, alemán y francés, ¿verdad?

R: Sí.

P: ¿Y tenía la responsabilidad en nombre de la Sociedad de revisar la traducción al inglés del hebreo original de ese primer volumen de las Escrituras del Antiguo Testamento?

R: Sí.

Veamos ahora parte de las declaraciones del día siguiente, miércoles 24 de noviembre, que incluyen el supuesto perjurio y la supuesta demostración de que Franz no sabía traducir del hebreo:

P: Creo que encontramos en nombre Jehová en el cuarto versículo, ¿no?, del segundo capítulo de Génesis…

R: Sí.

P: Usted mismo lee y habla hebreo, ¿verdad?

R: Yo no hablo hebreo.

P: ¿Ah, no?

R: No.

P: ¿Puede usted mismo traducir esto al hebreo?

R: ¿Qué?

P: ¿El cuarto versículo del segundo capítulo de Génesis?

R: ¿Quiere decir este?

P. Sí.

R: No, no trataré de hacerlo.

Lo primero que podemos notar es que la cita que presentan los opositores solo muestra algunos extractos de la declaración de los dos días como si hubiese sucedido todo seguido. Por ejemplo, crea la errónea impresión de que la pregunta respecto a sus amplios conocimientos lingüísticos se refería al conocimiento de hebreo, cuando al leerlo en su contexto notamos que estaban hablando de conocimiento de diferentes idiomas modernos.

Notamos también que no hay ningún perjurio, pues Franz solo afirma que sabe leer hebreo, lo cual en ningún momento niega. A lo que se niega es a traducir del inglés al hebreo.

Pero fijémonos en el punto más importante. Cuando se le pide traducir Génesis 2:4 al hebreo, F.W. Franz responde: “No, no trataré de hacerlo”. Notemos que ni siquiera dice que no sabe hacerlo, sino que no lo intentaría. ¿Por qué se negó a hacerlo? Para entenderlo mejor, citaremos un comentario del manual de hebreo bíblico de William Sanford LaSor:

“Todo conocimiento es en contexto. El contexto, sin embargo, no es artificial, compuesto tal vez por alguien que no usa el idioma naturalmente, sino que más bien es el verdadero idioma de los que lo usan como su lengua materna. Por esta razón, me niego a pedir a los estudiantes que compongan oraciones en hebreo. Hacerlo, sería imprimir errores en la mente de los estudiantes. Y, para ser francos, la mayoría de los que enseñamos hebreo bíblico no tenemos suficiente fluidez con el idioma como para hablarlo o escribir en él.” (William Sanford LaSor, traducido de Handbook of Biblical Hebrew, vol. 1, pág. 3).

Considerando que Franz había declarado que estaba familiarizado con el hebreo, que sabía leer y seguir la Biblia en hebreo, pero que no sabía hablar hebreo, es perfectamente comprensible su negativa a traducir el texto al hebreo. Porque no debemos olvidar que lo que se le pidió no fue traducir el texto del hebreo al inglés, lo cual sí puede considerarse un ejercicio sencillo para un estudiante de hebreo, sino del inglés al hebreo. (Algunos opositores, para evitar este problema, afirman que se le pidió a Franz traducir del hebreo al inglés, pero eso es sencillamente falso).

Incluso, el texto en particular que se le pidió, Génesis 2:4, es un texto complicado a la hora de pasarlo al hebreo, incluso para profesores de hebreo, lo que tal vez indique que había sido cuidadosamente seleccionado para tratar de dejar en mal lugar a F.W. Franz.

Su negativa a traducir ese versículo solo es una muestra de honradez y seguridad; sabía perfectamente dónde estaban los límites de un traductor serio. Y esto, por supuesto no demuestra nada sobre su capacidad de leer y traducir del hebreo al inglés, ni menos aún sobre la habilidad de los demás traductores cuyos nombres desconocemos. Se trata más bien de una cita sensacionalista pero sin ningún valor real. Ni Franz cometió perjurio, ni demostró que no supiera traducir hebreo, ni demostró nada sobre los miembros anónimos del Comité de Traducción.

De nuevo, la Traducción del Nuevo Mundo deberá ser juzgada por sus propios méritos.

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