Puntos sobresalientes 1Corintios 1-9

Puntos sobresalientes del libro de 1 Corintios 1-9

w08 15/7 págs. 26-28 Puntos sobresalientes de las cartas a los Corintios

DURANTE su tercer viaje misionero, alrededor del año 55 de nuestra era, Pablo se encuentra de visita en Éfeso. Está muy preocupado por el estado espiritual de los hermanos de Corinto, pues ha oído que discuten mucho y están tolerando la inmoralidad sexual. Además, la congregación le ha escrito para preguntarle sobre ciertas cuestiones. Todo esto lo lleva a escribir su primera carta a los corintios.

Más tarde, al parecer unos meses después, vuelve a escribirles. A los cristianos de la actualidad nos resultará muy útil examinar el mensaje de estas dos cartas, pues la situación de Corinto en el siglo primero, tanto dentro como fuera de la congregación, es semejante en muchos aspectos a la que vivimos nosotros (Heb. 4:12).

«DESPIERTOS», «FIRMES» Y «PODEROSOS» (1 Cor. 1:1—16:24)

Pablo escribe: «Los exhorto, hermanos, […] a que todos hablen de acuerdo» (1 Cor. 1:10). Les explica que deben edificar las cualidades cristianas sobre Jesucristo, y no sobre «ningún otro fundamento» (1 Cor. 3: 11-13). Además, les habla de un caso de inmoralidad sexual dentro de la congregación y les da la siguiente orden: «Remuevan al hombre inicuo de entre ustedes» (1 Cor. 5:13). «El cuerpo no es para fornicación —les recalca—, sino para el Señor.» (1 Cor. 6:13.)

Teniendo presentes «las cosas ‘sobre las] que escribieron» los corintios, el apóstol les ofrece buenos consejos acerca del matrimonio y la soltería (1 Cor. 7:1). Luego les habla sobre el principio cristiano de autoridad, el orden que debe mantenerse en las reuniones y la certeza de la resurrección. Finalmente, les dice: «Manténganse despiertos, estén firmes en la fe, pórtense como hombres, háganse poderosos» (1 Cor. 16:13).

Respuestas a preguntas bíblicas:

1:21. ¿De verdad recurre Jehová a la «necedad» para salvar a los creyentes? Por supuesto que no. Pero eso es lo que pudieran pensar quienes pertenecen al «mundo [que] mediante su sabiduría no llegó a conocer a Dios». A sus ojos, los medios que Dios utiliza para salvar a las personas son puras tonterías (Juan 17:25).

5:5. ¿Qué significa entregar al pecador «a Satanás para la destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvado»? Cuando alguien peca gravemente y no se arrepiente, es expulsado de la congregación. Como en ese momento vuelve a formar parte del mundo malvado de Satanás, puede decirse que ha sido entregado al Diablo (1 Juan 5:19). Además, con la expulsión se destruye, o elimina, una influencia carnal, o corruptora, y se protege el espíritu, o actitud reinante, de la congregación (2 Tim. 4:22).

7:33, 34. ¿Qué son «las cosas del inundo» por las que se inquietan los cristianos casados? Son los asuntos del diario vivir de los que deben ocuparse —como la comida, la ropa y la vivienda—, y no las cosas malas del mundo, que todos debemos evitar (1 Juan 2:15-17).

Lecciones para nosotros:

1:26-31; 3:3-9; 4:7. Debemos ser humildes y no jactarnos, o hablar con orgullo, de nosotros, sino solo de Jehová. Así fortaleceremos la unidad de la congregación.

2:3-5. Cuando Pablo fue a predicar a Corinto, quizás se preguntara si sería capaz de convencer a alguien en aquel gran centro de la cultura y filosofía griega. Pero no se dejó dominar por sus miedos y debilidades, sino que llevó a cabo el ministerio que Dios le había encomendado. Nosotros tampoco debemos darnos por vencidos si hacemos frente a situaciones poco comunes. Como Pablo, pedimos ayuda a Jehová y seguimos anunciando las buenas nuevas del Reino de Dios.

2:16. Tener «la mente de Cristo» significa conocer bien su forma de razonar, pensar como él, comprender todos los rasgos de su personalidad e imitar su ejemplo (1 Ped. 2:21; 4:1). Para lograrlo, es esencial estudiar a fondo su vida y ministerio.

3:10-15; 4:17. Debemos analizar nuestro modo de enseñar y hacer discípulos, y esforzarnos por mejorar (Mat. 28:19, 20). Si somos negligentes, el estudiante tal vez no sobreviva a las pruebas de fe. Y aunque nosotros nos salvemos, será «como a través de fuego»: con el dolor de haberlo perdido.

6:18. Para «[huir] de la fornicación», no basta con evitar los actos sexuales englobados por el término griego pornéia. Hay que rechazar todo lo que podría llevarnos a caer en ella, como la pornografía, la inmundicia moral, las fantasías eróticas y el coqueteo (Mat. 5:28; Sant. 3:17).

7:29. Los cónyuges no deben estar tan pendientes el uno del otro que dejen los intereses del Reino en segundo plano.

RESUMEN DE 1 CORINTIOS – CAPÍTULOS. 1-9

 

w90 15/9 págs. 24-25 “Hagan todas las cosas para la gloria de Dios”

LA GLORIA de Jehová Dios es de interés vital para todos los que lo adoran “con espíritu y con verdad”. (Juan 4:23, 24.) Por eso el apóstol Pablo dijo a sus compañeros cristianos de la antigua Corinto: “Sea que estén comiendo, o bebiendo, o haciendo cualquier otra cosa, hagan todas las cosas para la gloria de Dios”. (1 Corintios 10:31.)  El hacer esto requiere que aceptemos la solución de Jehová a nuestros problemas en este mundo materialista e inmoral y de mucha religión falsa.

Los cristianos corintios necesitaban ayuda divina para resolver sus problemas, pues vivían en una ciudad próspera e inmoral donde la religión falsa abundaba. Ubicada en un istmo entre la Grecia continental y el Peloponeso, Corinto era la capital de la provincia romana de Acaya, con una población de unos 400.000 habitantes. Pablo estableció la congregación allí alrededor del año 50 E.C. (Hechos 18:1-11.)

Los corintios habían escrito a Pablo para preguntarle sobre el matrimonio y el comer carne que hubiera sido ofrecida a ídolos (7:1). Las divisiones y un caso de crasa inmoralidad entre ellos angustiaron a Pablo. Necesitaban consejo sobre cómo observar apropiadamente la Cena del Señor. Hasta amenazaba la apostasía, y la congregación necesitaba consejo sobre cómo manifestar amor. Por razones de esa índole Pablo escribió su primera carta inspirada a los corintios desde Éfeso alrededor del año 55 E.C. Pero esta carta también puede beneficiarnos a nosotros.

La unidad y la limpieza moral son vitales

Si ‘hacemos todas las cosas para la gloria de Dios’, no seguiremos a nadie que procure causar divisiones en la congregación… uno de los problemas que plagaban a los corintios (1:1–4:21). Pablo los exhortó a ‘que hablaran de acuerdo y estuvieran unidos en la misma mente y en la misma forma de pensar’. Habrá unidad si seguimos este consejo y cultivamos cualidades espirituales. En vez de jactarnos con relación a algún humano pecaminoso, debemos recordar que aunque ‘plantamos y regamos, Dios es quien sigue haciéndolo crecer’ en sentido espiritual. Los que se jactaban en Corinto no tenían nada que no hubieran recibido; por eso, nunca nos veamos como mejores que otros compañeros de creencia. Un espíritu de humildad nos ayudará a promover la unidad.

Para que exista unidad los ancianos nombrados tienen que actuar para mantener limpia a la congregación espiritualmente (5:1–6:20). Puesto que “un poco de levadura hace fermentar toda la masa”, los fornicadores, los codiciosos, los idólatras, los injuriadores, los borrachos y los extorsionistas que no se arrepientan tienen que ser expulsados. La inmundicia moral, que contamina al templo de Dios, no se puede tolerar entre el pueblo de Jehová. Más bien, los fieles tienen que hacer lo que glorifique a Dios.

Sea considerado con los demás

Para ‘hacer todas las cosas para la gloria de Dios’ tenemos que aplicar el consejo de Pablo sobre el matrimonio y la soltería (7:1-40). Los que están unidos por el enlace marital deben rendir su débito sexual con consideración. El cristiano casado no debe separarse de su cónyuge incrédulo, pues el permanecer juntos pudiera ayudar al incrédulo a alcanzar la salvación. Mientras que el matrimonio trae nuevas inquietudes, la soltería puede beneficiar al que desea ayudar a otros espiritualmente mientras sirve al Señor sin distracción.

El tomar en consideración el bienestar espiritual de los demás es deber de todo cristiano, sea soltero o casado (8:1–10:33). Por eso, a los corintios se les aconsejó que no causaran tropiezo a otros mediante comer alimento que hubiera sido ofrecido a ídolos. Para no servir de estorbo a nadie respecto a aceptar las buenas nuevas, Pablo ni siquiera ejercía su derecho de recibir ayuda material. También ‘aporreaba su cuerpo para que, después de haber predicado a otros, él mismo no fuera desaprobado’. El tomar a pecho las experiencias del pecaminoso Israel en el desierto nos ayuda a evitar la idolatría y a no cometer males. Además, ‘si hacemos todo para la gloria de Dios’ no causaremos tropiezo a nadie. […]

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Cristo dirige a su congregación

19 El grado al que los ancianos imitarán a Cristo Jesús dependerá de lo bien que lo conozcan. “¿Quién ha llegado a conocer la mente de Jehová, para que le instruya?”, preguntó Pablo, tras lo cual añadió: “Pero nosotros sí tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2:16). Tener la mente de Cristo supone conocer su forma de pensar y todas las facetas de su personalidad, a fin de saber qué haría en una determinada situación. Imaginémonos lo que debe ser conocer así de bien a nuestro Caudillo. Para ello, hay que prestar mucha atención a los Evangelios y estudiar de continuo la vida y el ejemplo de Jesús. Cuando los ancianos tratan por todos los medios de seguir hasta ese grado el acaudillamiento de Cristo, los miembros de la congregación se sienten más inclinados a imitar su fe, y los ancianos, por su parte, experimentan la satisfacción de ver que los demás siguen con gozo los pasos del Caudillo.

(1 Corintios 3:6) Yo planté, Apolos regó, pero Dios siguió haciéndo[lo] crecer;

w04 15/3 pág. 13 párrs. 14-15

“Haz la obra de evangelizador”

14 Existen muchas razones para predicar de casa en casa. Cada vez que visitamos a una persona en su hogar, tratamos de plantar una semilla de la verdad bíblica. Al volver a visitarla, procuramos regar lo plantado. Y puede producirse un beneficioso efecto acumulativo, pues Pablo escribió: “Yo planté, Apolos regó, pero Dios siguió haciéndolo crecer” (1 Corintios 3:6). Por consiguiente, sigamos ‘plantando y regando’, seguros de que Jehová ‘lo hará crecer’.

15 Evangelizamos porque hay vidas en juego. Predicando nos salvamos a nosotros mismos y a quienes nos escuchan (1 Timoteo 4:16). Si supiéramos que la vida de una persona está en peligro, ¿nos conformaríamos con hacer un leve intento de ayudarla? ¿Verdad que no? Puesto que está implicada la salvación de las personas, visitamos sus hogares una y otra vez. Las circunstancias cambian continuamente. Alguien que en cierto momento está muy ocupado para escuchar, quizá en otra ocasión oiga el mensaje de buena gana. O es posible que quien acuda a abrir la puerta sea otro miembro de la familia, lo que tal vez conduzca a una conversación sobre la Biblia.

(1 Corintios 3:8xe «1 Corintios 3:8») Ahora bien, el que planta y el que riega uno son, pero cada [persona] recibirá su propio galardón según su propia labor.

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Cristo dirige a su congregación

19 El grado al que los ancianos imitarán a Cristo Jesús dependerá de lo bien que lo conozcan. “¿Quién ha llegado a conocer la mente de Jehová, para que le instruya?”, preguntó Pablo, tras lo cual añadió: “Pero nosotros sí tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2:16). Tener la mente de Cristo supone conocer su forma de pensar y todas las facetas de su personalidad, a fin de saber qué haría en una determinada situación. Imaginémonos lo que debe ser conocer así de bien a nuestro Caudillo. Para ello, hay que prestar mucha atención a los Evangelios y estudiar de continuo la vida y el ejemplo de Jesús. Cuando los ancianos tratan por todos los medios de seguir hasta ese grado el acaudillamiento de Cristo, los miembros de la congregación se sienten más inclinados a imitar su fe, y los ancianos, por su parte, experimentan la satisfacción de ver que los demás siguen con gozo los pasos del Caudillo.

(1 Corintios 3:6) Yo planté, Apolos regó, pero Dios siguió haciéndo[lo] crecer;

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“Haz la obra de evangelizador”

14 Existen muchas razones para predicar de casa en casa. Cada vez que visitamos a una persona en su hogar, tratamos de plantar una semilla de la verdad bíblica. Al volver a visitarla, procuramos regar lo plantado. Y puede producirse un beneficioso efecto acumulativo, pues Pablo escribió: “Yo planté, Apolos regó, pero Dios siguió haciéndolo crecer” (1 Corintios 3:6). Por consiguiente, sigamos ‘plantando y regando’, seguros de que Jehová ‘lo hará crecer’.

15 Evangelizamos porque hay vidas en juego. Predicando nos salvamos a nosotros mismos y a quienes nos escuchan (1 Timoteo 4:16). Si supiéramos que la vida de una persona está en peligro, ¿nos conformaríamos con hacer un leve intento de ayudarla? ¿Verdad que no? Puesto que está implicada la salvación de las personas, visitamos sus hogares una y otra vez. Las circunstancias cambian continuamente. Alguien que en cierto momento está muy ocupado para escuchar, quizá en otra ocasión oiga el mensaje de buena gana. O es posible que quien acuda a abrir la puerta sea otro miembro de la familia, lo que tal vez conduzca a una conversación sobre la Biblia.

(1 Corintios 3:8xe «1 Corintios 3:8») Ahora bien, el que planta y el que riega uno son, pero cada [persona] recibirá su propio galardón según su propia labor.

w05 15/3 págs. 16-17 párrs. 4-5“Comprados por precio”4 Se puede definir un esclavo como la persona que pertenece legalmente a otra y está siempre bajo las órdenes y deseos de su propietario. Nosotros llegamos a ser propiedad de Jehová cuando nos dedicamos a él y nos bautizamos. El apóstol Pablo recalca tocante a los cristianos: “No se pertenecen a sí mismos, porque fueron comprados por precio” (1 Corintios 6:19, 20). El precio, por supuesto, es el sacrificio redentor de Jesucristo, en virtud del cual Jehová nos acepta como siervos suyos, tanto si somos cristianos ungidos como si abrigamos la esperanza terrenal (Efesios 1:7; 2:13; Revelación [Apocalipsis] 5:9). Por lo tanto, desde el momento de nuestro bautismo, “pertenecemos a Jehová” (Romanos 14:8). En vista de que hemos sido comprados con la sangre preciosa de Jesucristo, también somos sus esclavos y estamos obligados a guardar sus mandamientos (1 Pedro 1:18, 19).5 El esclavo ha de obedecer a su amo. Nuestra servidumbre es voluntaria porque resulta del amor que le tenemos a nuestro Amo. En Primera de Juan 5:3 leemos: “Esto es lo que el amor de Dios significa: que observemos sus mandamientos; y, sin embargo, sus mandamientos no son gravosos”. Una forma de demostrarle nuestro amor y sumisión es mediante nuestra obediencia, que se manifiesta en todo lo que hacemos. “Sea que estén comiendo, o bebiendo, o haciendo cualquier otra cosa —dijo Pablo—, hagan todas las cosas para la gloria de Dios.” (1 Corintios 10:31.) Incluso en aspectos pequeños de la vida hemos de evidenciar que servimos “a Jehová como esclavos” (Romanos 12:11).(1 Corintios 7:3) Que el esposo dé a [su] esposa lo que le es debido; pero que la esposa haga lo mismo también a [su] esposo.w03 15/10 págs. 16-17 párrs. 12-13Suministremos al conocimiento, autodominio12 El hecho de estar casados no elimina por sí mismo la necesidad de autodominio tocante a las relaciones íntimas. Por ejemplo, las necesidades sexuales del marido y la esposa pueden variar mucho entre sí. O tal vez el estado físico de uno de los cónyuges dificulte las relaciones sexuales normales o incluso las haga imposibles. Quizá por experiencias anteriores, a uno de ellos le cueste obedecer el siguiente mandato: “Que el esposo dé a su esposa lo que le es debido; pero que la esposa haga lo mismo también a su esposo”. En tal caso, es posible que el otro cónyuge tenga que ejercer un mayor autodominio. Ahora bien, ambos han de tener presente el amoroso consejo de Pablo a los matrimonios cristianos: “No se priven de ello el uno al otro, a no ser de común acuerdo por un tiempo señalado, para que dediquen tiempo a la oración y vuelvan a juntarse, para que no siga tentándolos Satanás por su falta de regulación en sí mismos” (1 Corintios 7:3, 5).13 Los matrimonios cristianos pueden estar contentos si ambos cónyuges han aprendido a tener el debido autodominio en sus relaciones íntimas. Asimismo hacen bien en demostrar comprensión a sus hermanos que todavía están tratando de manifestarlo en este campo. Nunca olvidemos pedir a Jehová que proporcione a nuestros compañeros espirituales perspicacia, valor y determinación para seguir esforzándose por manifestar autodominio y tomar las medidas necesarias para superar deseos impropios (Filipenses 4:6, 7).(1 Corintios 7:9) Pero si no tienen autodominio, cásense, porque mejor es casarse que estar encendidos [de pasión].w02 1/12 pág. 16 párrs. 12-13 – Disfrutemos del estudio personal de la Palabra de Dios12 ¿Qué motivo debe impulsarnos a tener un estudio personal? ¿Dar la impresión de que somos mejores que los demás? ¿Ostentar un conocimiento superior? ¿Convertirnos en enciclopedias bíblicas ambulantes? No. Nuestro objetivo consiste en ser auténticos cristianos que viven lo que aprenden, siempre dispuestos a ayudar al prójimo, manifestando el reconfortante espíritu de Cristo (Mateo 11:28-30). El apóstol Pablo advirtió: “El conocimiento hincha, pero el amor edifica” (1 Corintios 8:1). Por consiguiente, debemos copiar la actitud humilde que demostró Moisés al decirle a Jehová: “Sírvete hacerme conocer, por favor, tus caminos, para que te conozca, a fin de que halle favor a tus ojos” (Éxodo 33:13). Así es, debemos desear el conocimiento para agradar a Jehová, no para impresionar a los hombres. Queremos servirle con humildad y ser dignos de él. ¿Cómo lograrlo?13 Pablo le dio a Timoteo el siguiente consejo sobre cómo agradar a Dios: “Haz lo sumo posible para presentarte aprobado a Dios, trabajador que no tiene de qué avergonzarse, que maneja la palabra de la verdad correctamente” (2 Timoteo 2:15). La expresión “que maneja […] correctamente” se deriva de un verbo griego compuesto que, en su origen, significaba “recta cortando” (Jünemann) o “que corta rectamente” (Nuevo Testamento Interlinear Griego-Español, nota). Según algunos eruditos, esta expresión alude a un sastre que corta la tela basándose en un patrón o a un labrador que abre surcos en un campo, entre otros. En todos los casos, el trabajo debe quedar bien hecho. La idea es que para ser un siervo de Dios digno y aprobado, Timoteo tenía que ‘hacer lo sumo posible’ para asegurarse de que su enseñanza y su conducta estuvieran en consonancia con la palabra de la verdad (1 Timoteo 4:16).(1 Corintios 8:11-13) Realmente, por tu conocimiento, el hombre que es débil se arruina, [tu] hermano por cuya causa Cristo murió. 12 Pero cuando ustedes pecan así contra sus hermanos y hieren la conciencia de ellos que es débil, están pecando contra Cristo. 13 Por lo tanto, si el alimento hace tropezar a mi hermano, no volveré a comer carne jamás, para no hacer tropezar a mi hermano.w04 15/6 pág. 24 párr. 17Aceptemos la guía del Dios vivo17 A la hora de tomar esta clase de decisiones es útil tener en cuenta lo que la Biblia dice sobre la conciencia. Ante todo, usted debe averiguar qué dice la Palabra de Dios y tratar de amoldar su conciencia a ello. Así podrá decidir en conformidad con la guía de Dios en lugar de pedir que otra persona decida por usted (Salmo 25:4, 5). En cuanto a aceptar fracciones de sangre, hay quienes han razonado así: “Como es una cuestión de conciencia, no importa lo que uno decida”. Pero ese razonamiento es erróneo. El hecho de que algo sea una cuestión de conciencia no significa que sea intrascendente. Nuestra decisión puede tener consecuencias muy serias. Por ejemplo, puede influir en aquellos cuya conciencia difiera de la nuestra, como se desprende del consejo de Pablo sobre la carne que pudiera haberse ofrecido a un ídolo antes de venderse en un mercado. El cristiano debe esforzarse por no ‘herir las conciencias débiles’. Si hace tropezar a su “hermano por cuya causa Cristo murió” podría ‘arruinarlo’ en sentido espiritual y con ello pecar contra Cristo. Por consiguiente, aunque las cuestiones relacionadas con fracciones minúsculas de sangre debe decidirlas cada uno según su conciencia, son un asunto que hay que tomar muy en serio (1 Corintios 8:8, 11-13; 10:25-31).(1 Corintios 9:22) A los débiles me hice débil, para ganar a los débiles. Me he hecho toda cosa a gente de toda clase, para que de todos modos salve a algunos.