Testigos de Jehová: los voceros del fin del mundo

Ulises Naranjo / MDZ.

Ricardo Arias y Carlos Sabatino buscan predicar con el ejemplo.

Hoy por la noche, los fieles de este grupo se reúnen en todos los continentes del planeta. Mendoza no resulta ajena; aquí, también nos advierten: “El tiempo que queda está reducido”. ¿De qué quieren salvarnos, precisamente, estos mensajeros del final de los tiempos?

 

Hay dos testigos de Jehová esperando en el ingreso del diario. El fragor de la rutina hará que la espera se prolongue más de lo debido y ellos –silenciosos, severos y medidos– aguardarán inmutables y convencidos, como un soldado del ejército de arcilla de Xi’an, aguarda la secreta orden de su amo. Así son, pues, la docilidad es el arma preferida de cada uno de sus ataques, tanto de los soldados del Emperador, como de los soldados de Dios, que viene a ser lo mismo.

El amo, el dueño, es Dios, entonces, qué duda cabe. A él, a la idea que de él tienen estos muchachos con corbatas, han decidido entregar sus días, como un niño entrega su cuaderno en blanco a una maestra inexorable, quien completará las páginas con órdenes directas y a cumplir, claro está, por los siglos de los siglos.

Ellos son los Testigos de Jehová, amigos. ¿Quién no los ha visto recorrer las calles, con sus maletines sin encanto, sus corbatas tristes, sus peinados ajustados, sus grises andares y sus banderas de la esperanza? Golpean a tu puerta y con sus pocos verbos, sin más, extienden sus manos marrones: en una, sostienen el paraíso; en la otra, la fosa común del infierno y un cartel amenazador: “El fin del mundo se acerca”.

La salida, claro, es honrar a Jehová Dios, el Soberano del Universo. A él y a su hijo, Jesús, el Salvador.

Sin embargo, recién nos despertamos y resulta que, a espaldas de la vida de los Testigos de Jehová, el mundo es bello y bueno y no quiere que elijamos.

Es demasiado para un domingo a la mañana tan hermoso.

Lo mejor será pedirles que se vayan y no retornen, desayunar y salir a correr por ahí, como si nada malo estuviese por suceder.

Aunque siempre suceda lo peor, claro.
El tiempo que queda está reducido
Hay dos testigos de Jehová esperando en el ingreso del diario. Antes que nada, aclaremos que este que escribe les confiesa que no cree e, incluso, desconfía de las religiones y que la nota, quizás, no será aquello que tal vez esperen. A ellos no les importa y será Carlos quien tome la palabra. Y uno adivina que de cualquier manera estarán agradecidos.
Finalmente, la espera no los desespera y nos reunimos. Al abrir sus materiales de difusión, se difunde el aroma de la perpetua obediencia, la corrección en las formas y una propuesta, casi una invitación, de este par de palomas arrepentidas, que, en realidad, no han hecho nada.

Ricardo Arias y Carlos Sabatino (foto), que de ellos se trata, andan difundiendo el asunto de la “Conmemoración de la muerte de Jesucristo”, que será justamente hoy, “después de la puesta de sol”.
Durante tres fines de semana, los fieles de este grupo realizarán días especiales de Asamblea bajo el lema “El tiempo que queda está reducido” (Corintios 7:29). “Se destacará cómo deberían afectarnos los sucesos mundiales que cumplen con las profecías bíblicas”, aseguran.

“También se recordará la última cena que celebró Jesús con sus discípulos, tal como él mando que se hiciera: Sigan haciendo esto en memoria de mí (Lucas 22:19). Hoy por la noche. Los Testigos de Jehová nos reuniremos en todo el mundo. Además, durante abril, más de 7 millones de voluntarios realizan una campaña mundial distribuyendo sin costo un número un número especial de la revista La Atalaya. Ahí se destaca que Jesucristo es el verdadero líder que necesita la humanidad”, nos dicen.
En la revista, a tono con los tiempos, hay un título que dice: “¿Cuándo tendremos verdadera paz y seguridad?”. ¡Gratis! Consígala con su Testigo amigo.
Sí sabe, sí contesta
Carlos Sabatino, uno de nuestros entrevistados, encara este juego de preguntas y respuestas. Vamos a él.
– ¿Cuántos son en Mendoza los Testigos de Jehová?
– Somos unos 13.500 en el Gran Mendoza y unos 2500 o más en el Sur.
– ¿Ustedes andan predicando el fin del mundo por ahí?
– Sí, pero no significa que el planeta vaya a explotar. Hablo del fin del mundo según la profecía Bíblica, palabra de Jesucristo. No es una postura fatalista ni apocalíptica. Es algo más serio… 
– Amigo, no debe haber nada más serio que el fin del mundo.
– Pero nosotros hablamos de un gran cambio, un cambio para bien, sin que la Tierra sufra. Nosotros creemos que Dios creó la Tierra con un propósito y que ese propósito divino seguirá adelante. Nosotros hablamos de que el mundo va a cambiar…
– Pero el mundo está cambiando siempre, basta repasar la historia. ¿Cuándo se producirá el gran cambio que ustedes predican?
– Nadie puede dar una fecha, ni siquiera los ángeles del Cielo, ni siquiera el  Hijo de Dios. Sólo el Padre sabe la hora…

– ¿Ustedes reciben plata desde los Estados Unidos?
– No, nosotros no recibimos plata de nadie. Hay una jerarquía en los Testigos de Jehová, cuya sede central, efectivamente, está en Estados Unidos, donde hay una Junta Gobernante, que dirige la predicación, no los recursos de las sucursales. Y en cada país hay una sucursal; en Argentina, la sede está en Buenos Aires. Sin embargo, cada sucursal, en cada provincia, se mantiene con recursos propios y voluntarios. Acá no hay diezmo, cada uno colabora con lo que quiere y, si no quiere, no colabora. Y no cobramos entrada para participar de nuestras actividades. El que quiere, va.
– ¿Y quién manda en Mendoza?
– En Mendoza, como en cada provincia, hay un Cuerpo de Ancianos. No significa que sean mayores de edad, sino por su dimensión espiritual.  Y hay unos 70 salones de reuniones y uno grande en San Martín, que fue usado para filmar la película “Siete años en el Tibet”, después, nosotros lo compramos.
– ¿Son de ayudarse entre ustedes?
– Sí, nos ayudamos mucho, pero sobre todo espiritualmente. Si alguno tiene un problema material, también lo ayudamos. Y no ayudamos sólo a Testigos de Jehová. Nosotros damos consuelo y esperanza a la gente, casa por casa. Y si podemos, también ayudamos materialmente, cuando hay catástrofes. En realidad, nosotros practicamos lo que predicamos.
– ¿Y toda la familia tiene que ser Testigo de Jehová?
– No, no necesariamente. Mi papá, por ejemplo no es Testigo de Jehová. Tratamos de tener tolerancia y respetar aquello en lo que cada uno cree.
– No es común que vengan a los medios por una nota…
– No. Es algo en lo que estamos haciendo más hincapié en los últimos años.
– ¿Podés hablar, si te pregunto por los casos de abusos sexuales a niños dentro de la Iglesia Católica?
– Sí, podemos hablar. A nosotros nos parece aberrantes esos actos, se produzcan dentro o fuera de la iglesia, pero sobre esa iglesia en particular no tenemos autoridad para juzgarla. No es necesario opinar sobre lo que pasa allí. Yo no emito opinión sobre esa iglesia.

Asamblea internacional de Testigos de Jehová.

– ¿Ustedes son los que no aceptan transfusiones de sangre, no?
– Sí. Nosotros no aceptamos transfusiones de sangre. Estos temas, como los de las profecías del fin del mundo, son muy profundos para una charla. Si querés, te traemos material para que profundices… 
– No, gracias, van a querer convencerme…
– No, cada uno tiene derecho a pensar y creer en lo que quiera.

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