Archivo de la categoría: Cuentos y Fabulas

La Luciérnaga y la Serpiente

Cuenta la leyenda, que una vez, una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga; ésta huía rápido con miedo, de la feroz depredadora. Y la serpiente no pensaba desistir.
Huyó un día, pero la serpiente no desistía. Dos días y nada…..
En el tercer día, ya sin fuerzas, la luciérnaga paró y dijo a la serpiente: ¿puedo hacerte tres preguntas?
– No acostumbro a dar ésta oportunidad a nadie, pero como te voy a devorar, puedes preguntar.
– ¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?
– No
– ¿Yo te hice algún mal?
– No
– Entonces, ¿Por qué quieres acabar conmigo?
– Porque no soporto verte brillar…

MORALEJA: Triunfa y comienza a contar tus enemigos

La liebre y el tigre

Qué gran decepción tenía el joven de esta historia, su amargura absoluta era por la forma tan inhumana en que se comportaban todas las personas pues al parecer, ya a nadie le importaba nadie.

Un día dando un paseo por el monte, vio sorprendido que una pequeña liebre le llevaba comida a un enorme tigre malherido, el cual no podía valerse por sí mismo. Le impresionó tanto al ver este hecho, que regresó al siguiente día para ver si el comportamiento de la liebre era casual o habitual. Con enorme sorpresa pudo comprobar que la escena se repetía: la liebre dejaba un buen trozo de carne cerca del tigre.

Pasaron los días y la escena se repitió de un modo idéntico, hasta que el  tigre recuperó las fuerzas y pudo buscar la comida por su propia cuenta. Admirado por la solidaridad y cooperación entre los animales, se dijo:
– "No todo está perdido. Si los animales, que son inferiores a nosotros, son capaces de ayudarse de este modo, mucho más lo haremos las personas".

Y decidió hacer la experiencia. Se tiró al suelo, simulando que estaba herido y se puso a esperar que pasara alguien y le ayudara. Pasaron las horas, llegó la noche y nadie se acercó en su ayuda. Estuvo así durante todo el otro día y ya se iba a levantar, mucho más decepcionado que cuando comenzamos a leer esta historia, con la convicción de que la humanidad no tenía el menor remedio, sintió dentro de sí todo el desespero del hambriento, la soledad del enfermo, la tristeza del abandono, su corazón estaba devastado, sí casi no sentía deseo de levantarse, entonces allí, en ese instante, lo oyó…¡Con qué claridad, qué hermoso!, una hermosa voz, muy dentro de él le dijo:

– "Si quieres encontrar a tus semejantes, si quieres sentir que todo ha valido la pena, si quieres seguir creyendo en la humanidad, para encontrar a tus semejantes como hermanos, deja de hacer de tigre y simplemente haz de liebre".

Papel Arrugado

Mi carácter impulsivo, me hacía reventar en cólera a la menor provocación. La mayor parte de las veces, después de uno de estos incidentes, me sentía avergonzado y me esforzaba por consolar a quien había dañado.

Un día mi consejero, quien me vio dando excusas después de una explosión de ira, me entregó un papel liso.

Y entonces me dijo:

– Estrújalo

Asombrado, obedecí e hice una bola con él papel.

Luego me dijo:

– Ahora déjalo como estaba antes.

Por supuesto que no pude dejarlo como estaba. Por más que traté, el papel quedó lleno de arrugas.

Entonces mi consejero hablo:

– El corazón de las personas es como ese papel. La impresión que dejas en ese corazón que lastimaste, será tan difícil de borrar como esas arrugas en el papel. Aunque intentemos enmendar el error, ya estará “marcado”.

Desde hoy, se más compresivo y más paciente.
Cuando sientas ganas de estallar recuerda… El papel arrugado y no arrugues un corazón

Historia de Pepe

Pepe era el tipo de persona que te encantaría ser. Siempre estaba de buen humor y siempre tenia algo positivo que decir.

Cuando alguien le preguntaba como le iba, el respondía: "Si pudiera estar mejor, tendría un gemelo".

Era un Gerente único porque tenía varias meseras que lo habían seguido de restaurante en restaurante.  La razón por la que las meseras seguían a Pepe era por su actitud. Él era un motivador natural:

Si un empleado tenía un mal día, Pepe estaba ahí para decirle al empleado como ver el lado positivo de la  situación.

Ver este estilo realmente me causó curiosidad, así que un día fui a buscar a Pepe y le pregunte:

No lo entiendo… no es posible ser una persona positiva todo el tiempo.  ¿Cómo lo haces?…

Pepe respondió:

"Cada mañana me despierto y me digo a mi mismo, Pepe, tienes dos opciones hoy:  Puedes escoger estar de buen humor o puedes escoger estar de mal humor.  Escojo estar de buen humor".

"Cada vez que sucede algo malo, puedo escoger entre ser una víctima o aprender de ello.  Escojo aprender de ello".

"Cada vez que alguien viene a mí para quejarse, puedo aceptar su queja o puedo señalarle el lado positivo de la vida.  Escojo el lado positivo de la vida".

Si, claro, pero no es tan fácil, proteste.

"Si lo es", dijo Pepe. "Todo en la vida es acerca de elecciones. Cuando quitas todo lo demás, cada situación es una elección. Tu eliges como reaccionas ante cada situación, tu eliges como la gente afectará tu estado de ánimo, tu eliges estar de buen humor o mal humor. En resumen, TU ELIGES COMO VIVIR LA VIDA".

Reflexioné en lo que Pepe me dijo…

Poco tiempo después, deje la industria hotelera para iniciar mi propio negocio. Perdimos contacto, pero con frecuencia pensaba en Pepe, cuando tenía que hacer una elección en la vida en vez de reaccionar contra ella.

Varios años más tarde, me enteré que Pepe hizo algo que nunca debe hacerse en un negocio de restaurante, dejo la puerta de atrás abierta y una mañana fue asaltado por tres ladrones armados.

Mientras trataba de abrir la caja fuerte, su mano temblando por el nerviosismo, resbalo de la combinación. Los asaltantes sintieron pánico y le dispararon. Con mucha suerte, Pepe fue encontrado relativamente pronto  y llevado de emergencia a una Clínica.

Después de ocho horas de cirugía y semanas de terapia intensiva, Pepe fue dado de alta, aún con fragmentos de bala en su cuerpo. Me encontré con Pepe seis meses después del accidente y cuando le pregunte como estaba, me respondió:

"Si pudiera estar mejor, tendría un gemelo".

Le pregunté que paso por su mente en el momento del asalto.

Contesto: Lo primero que vino a mi mente fue que debí haber cerrado con llave la puerta de atrás. Cuando estaba tirado en el piso, recordé que tenía dos opciones:

Podía elegir vivir o podía elegir morir. Elegí vivir".

¿No sentiste miedo? Le pregunté. Pepe continuo:

"Los médicos fueron geniales. No dejaban de decirme que iba a estar bien. Pero cuando me llevaron al quirófano y vi las expresiones en las caras de los médicos y enfermeras, realmente me asusté.  Podía leer en sus ojos: Es hombre muerto. Supe entonces que debía tomar una decisión

¿Qué hiciste? Pregunté.

"Bueno, uno de los médicos me pregunto si era alérgico a algo y respirando profundo grite:  – Si, a las balas –

Mientras reían, les dije:  estoy escogiendo vivir, opérenme como si estuviera vivo, no muerto".

Pepe vivió por la maestría de los médicos, pero sobre todo por su asombrosa actitud. Aprendió que cada día tenemos la elección de vivir plenamente, la ACTITUD, al final, lo es todo.

Cortar la soga

Cuentan que un alpinista, desesperado por conquistar el Aconcagua, inició su travesía, después de años de preparación, pero quería la gloria para él solo, por lo tanto subió sin compañeros.

Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde, y no se preparó para acampar, sino que decidió seguir subiendo decidido a llegar a la cima. Le oscureció, la noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña, ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, cero visibilidad, no había luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes.

Subiendo por un acantilado, a sólo 100 metros de la cima, se resbaló y se desplomó por los aires… caía a una velocidad vertiginosa, sólo podía ver veloces manchas cada vez más oscuras que pasaban en la misma oscuridad y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad.

Seguía cayendo… y en esos angustiantes momentos, pasaron por su mente todos sus gratos y no tan gratos momentos de la vida, pensaba que iba a morir. Sin embargo, de repente sintió un tirón tan fuerte que casi lo parte en dos… ¡Sí!, Como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con andados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura.

En esos momentos de quietud, suspendido por los aires, no le quedó más que gritar:

"AYÚDAME DIOS MIO…"

De repente una voz grave y profunda de los cielos le contestó:

"¿QUE QUIERES QUE HAGA HIJO MIO?"

     "Sálvame Dios mío"

"¿REALMENTE CREES QUE TE PUEDA SALVAR?"

     "Por supuesto, Señor"

"ENTONCES CORTA LA CUERDA QUE TE SOSTIENE…"

Hubo un momento de silencio y quietud. El hombre se aferró más a la cuerda y reflexionó…

Reporta el equipo de rescate que al otro día encontraron colgado a un alpinista congelado, muerto, agarrado con fuerza, con las manos a una cuerda… a tan sólo 12 centímetros del suelo…

-Y tú? ¿Qué tan confiado estas de tu cuerda… ?

-¿Por qué no la sueltas?

-¿Qué tanto confías en Dios?

Que tal soltar la cuerda un poco, a ver que pasa?

La ilustracion de los clavos

Esta es la historia de un muchachito que tenia muy mal carácter. Su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que perdiera la paciencia, debería clavar un clavo detrás de la puerta.

El primer día, el muchacho clavo 37 clavos detrás de la puerta. Las semanas que siguieron, a medida que él aprendía a controlar su genio, clavaba cada vez menos clavos detrás de la puerta. Descubrió que era más fácil controlar su genio que clavar clavos detrás de la puerta.

Llego el día en que pudo controlar su carácter durante todo el día. Después de informar a su padre, este le sugirió que retirara un clavo cada día que lograra controlar su carácter. Los días pasaron y el joven pudo finalmente anunciar a su padre que no quedaban mas clavos para retirar de la puerta. Su padre lo tomó de la mano y lo llevo hasta la puerta.

Le dijo: "has trabajado duro, hijo mío, pero mira todos esos hoyos en la puerta. Nunca mas será la misma. Cada vez que tu pierdes la paciencia, dejas cicatrices exactamente como las que aquí ves."

Tu puedes insultar a alguien y retirar lo dicho, pero del modo como se lo digas lo devastara, y la cicatriz puede que perdure para siempre. Una ofensa verbal es tan dañina como una ofensa física. Los amigos son joyas preciosas. Nos hacen reír y nos animan a seguir adelante. Nos escuchan con atención, y siempre están prestos a abrirnos su corazón. Debemos valorarlos y cuidarlos.

¡SACÚDETE Y SUBE!

Se cuenta de cierto campesino que tenía una mula ya vieja. En un lamentable descuido, la mula cayó en un pozo que había en la finca.

El campesino oyó los bramidos del animal, y corrió para ver lo que ocurría. Le dio pena ver a su fiel servidora en esa condición, pero después de analizar cuidadosamente la situación, creyó que no había modo de salvar al pobre animal, y que más valía sepultarla en el mismo pozo.

El campesino llamó a sus vecinos y les contó lo que estaba ocurriendo y los enlistó para que le ayudaran a enterrar la mula en el pozo para que no continuara sufriendo.

Al principio, la mula se puso histérica.
Pero a medida que el campesino y sus vecinos continuaban paleando tierra sobre sus lomos, una idea vino a su mente. A la mula se le ocurrió que cada vez que una palada de tierra cayera sobre sus lomos… ¡ELLA DEBÍA SACUDIRSE Y SUBIR SOBRE LA TIERRA!
Esto hizo la mula palazo tras palazo.

Sacúdete y sube. Sacúdete y sube. Sacúdete y sube!! Repetía la mula para alentarse a sí misma.
No importaba cuán dolorosos fueran los golpes de la tierra y las piedras sobre su lomo, o lo tormentoso de la situación, la mula luchó contra el pánico, y continuó SACUDIÉNDOSE Y SUBIENDO. A sus pies se fue elevando de nivel el piso.

Los hombres sorprendidos captaron la estrategia de la mula, y eso los alentó a continuar paleando. Poco a poco se pudo llegar hasta el punto en que la mula cansada y abatida pudo salir de un brinco de las paredes de aquel pozo.

La tierra que parecía que la enterraría, se convirtió en su bendición, todo por la manera en la que ella enfrentó la adversidad.

La Historia del Carpintero

Había una vez un viejo carpintero que, cansado ya de tanto trabajar, estaba listo para acogerse al retiro y dedicarle tiempo a su familia. Así se lo comunicó a su jefe, y aunque iba a extrañar su salario, necesitaba retirarse y estar con su familia; de alguna forma sobrevivirían. Al contratista le entristeció mucho la noticia de que su mejor carpintero se retiraría y le pidió de favor que si le podía construir una casa más antes de retirarse. El carpintero aceptó la proposición del jefe y empezó la construcción de su última casa pero, a medida que pasa el tiempo, se dio cuenta de que su corazón no estaba de lleno en el trabajo.

Arrepentido de haberle dicho que sí a su jefe, el carpintero no puso el esfuerzo y la dedicación que siempre ponía cuando construía una casa y la construyó con materiales de calidad inferior. Esa era, según él, una manera muy desafortunada de terminar una excelente carrera, la cual le había dedicado la mayor parte de su vida.

Cuando el carpintero terminó su trabajo el contratista vino a inspeccionar la casa. Al terminar la inspección le dio la llave de la casa al carpintero y le dijo: "Esta es tu casa, mi regalo para ti y tu familia por tanto años de buen servicio".

El carpintero sintió que el mundo se le iba… Grande fue la vergüenza que sintió al recibir la llave de la casa, su casa. Si tan solo el hubiese sabido que estaba construyendo su propia casa, lo hubiese hecho todo de una manera diferente.

Así también pasa con nosotros. A diario construimos relaciones en nuestras vidas, y en muchas ocasiones ponemos el menor esfuerzo posible para hacer que esa relación progrese. Entonces, con el tiempo es que nos damos cuenta de la necesidad que tenemos de esa relación. Si lo pudiésemos hacer de nuevo, lo haríamos totalmente diferente. Pero no podemos regresar.

Tú eres el carpintero. Cada día martillas un clavo, pones una puerta, o eriges una pared. Alguien una vez dijo: "La vida es un proyecto que haces tu mismo. Tus actitudes y las selecciones que haces hoy construyen la casa en la cual vivirás mañana".

La carreta vacia

Caminaba con mi padre cuando él se detuvo en una curva y después de un pequeño silencio me preguntó:

Además del cantar de los pájaros, ¿escuchas alguna cosa más?

Agudicé mis oídos y algunos segundos después le respondí:

Estoy escuchando el ruido de una carreta.

Eso es -dijo mi padre-. Es una carreta vacía.

Pregunté a mi padre:¿Cómo sabes que es una carreta vacía, si aún no la vemos?

Entonces mi padre respondió: Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por causa del ruido.

Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace.

Me convertí en adulto y hasta hoy cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todos, siendo inoportuna o violenta, presumiendo de lo que tiene, sintiéndose prepotente y haciendo de menos a la gente, tengo la impresión de oír la voz de mi padre diciendo:

"Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace"

" La humildad consiste en callar nuestras virtudes y permitirle a los demás descubrirlas".

CICATRICES DE AMOR

En un día caluroso de verano un niño decidió ir a nadar en la laguna detrás de su casa. Salió corriendo por la puerta trasera, se tiró en el agua y nadaba feliz. Su mamá desde la casa lo miraba por la ventana, y vio con horror lo que sucedía.
Enseguida corrió hacia su hijo gritándole lo más fuerte que podía. Oyéndole el niño se alarmó y miró nadando hacia su mamá. Pero fue demasiado tarde. Desde el muelle la mamá agarró al niño por sus brazos. Justo cuando el caimán le agarraba sus piernitas. La mujer tiraba determinada, con toda la fuerza de su corazón. El cocodrilo era más fuerte, pero la mamá era mucho más apasionada y su amor no la abandonaba. Un señor que escuchó los gritos se apresuró hacia el lugar con una pistola y mató al cocodrilo.

El niño sobrevivió y, aunque sus piernas sufrieron bastante, aún pudo llegar a caminar. Cuando salió del trauma, un periodista le preguntó al niño si le quería enseñar las cicatrices de sus piernas. El niño levanto la colcha y se las mostró.

Pero entonces, con gran orgullo se remango las mangas y dijo:»Pero las que usted debe de ver son estas». Eran las marcas de las uñas de su mamá que habían presionado con fuerza. «Las tengo porque mamá no me soltó y me salvó la vida».

>>MORALEJA: Nosotros también tenemos cicatrices de un pasado doloroso. Algunas son causadas por nuestros pecados, pero algunas son la huella de nuestro Padre Jehová que nos ha sostenido con fuerza para que no caigamos en las garras del mal. Recuerda que si te ha dolido alguna vez el alma, es porque Tu Creador, te ha agarrado fuerte para que no caigas.

Agradecemos a “CARPEN” el envío de esta ilustración.